¡Envejecer con movimiento sí es posible!

*De acuerdo con expertos, bailar es una de las mejores formas de ejercicio de bajo impacto para personas mayores de 60 años, especialmente aquellas con problemas en las rodillas. 

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

Con el paso de los años, mantenerse en movimiento no solo es importante, sino indispensable para la salud física de las personas. Sin embargo, cuando las articulaciones, especialmente las rodillas, comienzan a dar señales de desgaste, elegir una actividad física que no agrave la situación se vuelve clave para preservar la calidad de vida.
Son muchas las personas que han creído en la idea de que llegar a la tercera edad significa hacer menos deporte, cuando en realidad se trata de hacer el ejercicio adecuado. Por ello, encontrar una rutina que fortalezca, sea segura y a la vez disfrutable, puede parecer complicado.
Ante esta necesidad, el baile emerge como uno de los ejercicios más completos y accesibles para las personas mayores de 60 años, especialmente aquellas que presentan molestias en las rodillas. Su naturaleza de bajo impacto permite trabajar múltiples zonas musculares sin sobrecargar las articulaciones.
Igualmente, hay que destacar que al ser una actividad progresiva y adaptable, puede ajustarse a diferentes niveles de condición física, lo que la hace la opción más adecuada.
De acuerdo con algunos expertos, este tipo de práctica ejercita diferentes músculos del cuerpo y mejora la condición física. A su vez, al estar en constante movimiento, permite elevar el ritmo cardíaco, reduciendo los riesgos de sufrir presión arterial alta y previniendo enfermedades asociadas al corazón.
La clave está en que el cuerpo se activa sin agresividad. Desde suaves pasos al ritmo de canciones suaves, hasta sesiones dinámicas de zumba para mayores, el baile ofrece una versatilidad única que fomenta la adherencia, es decir, que las personas sigan practicándolo con gusto en el tiempo.

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Cuerpo y mente fortalecidos

Además de fortalecer los músculos y cuidar las rodillas, el baile impacta positivamente en el estado emocional. Al ser una actividad grupal, fomenta la interacción social, combate el aislamiento, eleva el ánimo y disminuye el estrés.
Bailar también puede convertirse en una actividad terapéutica, ideal para combatir la ansiedad y reforzar la autoestima, pues permite que la persona se sienta capaz, activa y autónoma.
Aunque el baile tiene múltiples beneficios, no es la única alternativa para las personas mayores con problemas articulares. Otras prácticas seguras son:
• Natación: debido a que el agua disminuye el peso corporal, permitiendo entrenar fuerza y resistencia sin impacto.
• Pilates: mejora el control corporal, la postura, el equilibrio y la flexibilidad.
• Bicicleta estática: fortalece los músculos de las piernas sin generar fricción directa sobre las rodillas.
• Yoga: mejora la movilidad y reduce la rigidez articular.
• Caminar: caminar 30 minutos al día puede mejorar la circulación, el ánimo y la capacidad pulmonar.
• Bicicleta elíptica: al mover piernas y brazos sin impacto, es una alternativa eficaz para ejercitar el cuerpo completo con seguridad.
• Ejercicios de estiramiento: ayudan a mantener la flexibilidad y previenen dolores musculares.

Antes de iniciar cualquier actividad física, es importante seguir ciertos consejos para que la experiencia sea positiva y segura:
Progresividad: comenzar con sesiones cortas e ir aumentando el tiempo y la intensidad según la tolerancia.
Supervisión profesional: un fisioterapeuta o entrenador con experiencia en adultos mayores puede hacer grandes diferencias en el avance y seguridad del ejercicio.
Hidratación y alimentación: mantenerse bien hidratado y tener una dieta balanceada favorece la energía y recuperación muscular.
Ropa adecuada: evita lesiones y facilita el movimiento.
Respiración controlada: aprender a respirar de forma rítmica y constante mejora el rendimiento físico.

Es importante tener presente que los ejercicios de bajo impacto como el baile permiten no solo cuidar las articulaciones, sino también mejorar la circulación, fortalecer el sistema cardiopulmonar, controlar el peso, mantener la independencia funcional y prevenir enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión o enfermedades respiratorias.
Además, estas prácticas fomentan la creación de rutinas positivas que, a largo plazo, se reflejan en una mayor calidad de vida y longevidad activa.
No hay que olvidar que lo importante es moverse, hacerlo con conciencia y encontrar el ritmo que mejor se ajuste a las necesidades del cuerpo.