Diálogo con bandas exige coordinación y estrategia sin improvisar

Diogenes Rosero.

Por: Diógenes Rosero

Sorpresiva resultó la propuesta del presidente Petro, lanzada en el paseo bolívar en Barranquilla, alrededor de abrir un diálogo con las bandas que se disputan las rentas ilegales en la ciudad.

Increíble que estemos hablando de la necesidad de hacer la paz con actores criminales, como sucedió en ciudades como Medellín o Buenaventura, en donde el control territorial y la violencia del conflicto rayó en proporciones récord en el país. Algunos hablan de que Medellín se convirtió en la ciudad más violenta del mundo ¿Va en ese camino Barranquilla? Las señales no son muy alentadoras.

Lo cierto es que el presidente, muy a su estilo, aprovecha políticamente una de las principales falencias de la hegemonía de los Char en Barranquilla: la escalada de violencia, delincuencia y muertes que vive la ciudad, que resultan imparables, y aumenta cada día, a otro nivel. Un vacío de la gestión pública local que se ha ido incubando, principalmente por el negacionismo de querer mostrar solo la cara buena de la ciudad y usar las mismas recetas para nuevas dinámicas urbanas que deben ser tratadas desde otro enfoque.

Bien y todo que nos sintamos orgullosos de la ciudad y necesitemos venderla nacional e internacionalmente, pero, eso no nos puede llevar a meter la mugre debajo de la alfombra o la cabeza en la tierra como el avestruz, ¡hay que darles la cara a los problemas, no maquillarlos!

El epítome de esa perversa narrativa de “aquí no pasa nada” y “somos la mejor ciudad del mundo” fue la desafortunada frase del exalcalde Pumarejo sobre que “los delincuentes vienen a Barranquilla porque es una buena plaza para el delito por su desarrollo” ¡Terrible! Poco empático y completamente absorto de la realidad. También la simpleza con la que Alex Char, en medio de semejante mortandad, habla de los refuerzos de seguridad y los compara con jugadores del Junior. Por esas afirmaciones tan simples es que seguimos sin salida a una urgencia manifiesta de la ciudad y no se percibe una clara hoja de ruta sobre cómo salir del abismo.

La única acción pública que se conoce es la de usar cuantiosos recursos de una tasa de seguridad que ahora maneja con más recursos y más discrecionalidad el Distrito y que no genera los resultados esperados con la plata que pagamos en los recibos de luz los y las Barranquilleras.

Por eso, la propuesta del presidente debe ser complementada con un esfuerzo integral y metodológico, serio y sin improvisaciones. Para ello, el gobierno distrital debe tomar la iniciativa y convocar la conformación de un equipo de expertos locales e instituciones de la sociedad civil, que han trabajado el tema, para que construyan un documento base sobre la posible ruta de la política.

A las bandas criminales, además de ofrecerles la zanahoria del diálogo, hay que combatirlas y complementar este esfuerzo con el acompañamiento estatal nacional ¿Se le medirá el presidente Petro a hacer las necesarias sinergias con los gobiernos locales? Uno de los vacíos de la paz total es que no ha existido un esfuerzo de coordinación conjunta con los gobiernos territoriales.

El principal efecto positivo de los anuncios del paseo de bolívar son los de poner en la agenda pública, local y nacional la difícil situación por la que traviesa la ciudad. Además de la narrativa, se deben dar pasos concretos para que la ciudad recupere la tranquilidad. Necesitamos que el alcalde de la ciudad entienda su responsabilidad y desde la presidencia, coordinación y complementariedad.