La madrugada en Santa Marta empezó con silencio… hasta que los disparos lo rompieron todo. Natalia Portillo, conocida por muchos como “Fresita”, fue hallada sin vida cerca de la entrada del SENA Agropecuario, al borde de la vía, en una escena que aún conmociona a quienes pasaban por el lugar.
Natalia era venezolana y trabajaba en el Parque de los Novios, un sector turístico del centro histórico donde la vida nocturna se mezcla con el turismo. Allí era conocida por su carisma, su risa fácil y su forma de ganarse la vida entre quienes la trataban con familiaridad.
Según las primeras versiones, fue llevada en un vehículo hasta el sitio donde finalmente sería víctima de un atentado sicarial. La bajaron, la interceptaron y le dispararon sin darle oportunidad de escapar. El cuerpo de Natalia quedó tendido en una cuneta, boca arriba. Llevaba puesta una falda negra, un top salmón y sandalias blancas.
La Policía Metropolitana y unidades del CTI llegaron al lugar poco después para realizar el levantamiento del cuerpo e iniciar los actos urgentes. El cadáver fue trasladado a Medicina Legal mientras se avanza en la identificación de los responsables y se investiga el móvil del crimen.
Detrás de la frialdad del hecho hay una vida arrancada con violencia, una mujer cuyo apodo cariñoso ahora solo será recordado en voz baja entre quienes la conocieron.