POR: REYNALDO MORA MORA
Tal como yo la entiendo, esta Filosofía Curricular, FC, es el intento de arrojar luz conceptual en experiencias formativas. Entonces, para poder reflexionar y hablar sobre estas experiencias, hemos creado conceptos que en los contextos actuales están a nuestra disposición, como algo obvio. Porque la educación está sujeta al contexto, es por ello, que proponemos una FC, como ese elemento que da explicación indispensable por dar argumentación social al currículo. Esta filosofía pretende orientar ante la desorientación y zozobra en gran medida por la pérdida de identidad y autonomía por parte de las instituciones educativas. Tal como yo la entiendo, esta filosofía es el intento de dar respuestas conceptuales, teóricas y procedimentales como experiencias importantes en la vida humana escolar. Es lo que nos ocurre con el currículo o la evaluación. Por ello, nos inventamos caminos. Y es en los caminos socioculturales en los cuales concebimos el currículo como un atributo de las instituciones escolares, como algo que ellas poseen. De lo que se trata, entonces, es entender la naturaleza del currículo, como esa base de confianza en la filosofía, que hoy se destaca fundamentalmente porque nos invita a reflexionar sobre los quiebres y las fisuras del sistema educativo.
Tenemos, que sus elementos más sólidos, entre ellos, el currículo cuestiona al sistema educativo para poner en tela de juicio su credibilidad y confiabilidad, por ejemplo, en la formación de buenos ciudadanos o de dar respuestas a las más sentidas necesidades sociales. La Filosofía Curricular nos ayuda a reflexionar, por ejemplo, sobre el agotamiento de las Pruebas de Estado, que las percibimos con agudeza, como ese poder cognitivo que instala humillación contra la dignidad humana en aquellos que obtienen “malos” resultados. El currículo está en boca de toda la sociedad, y es así, que para nosotros, no es simplemente la palabra-moda, porque puede llegar a convertirse en fetiche, sino que es como una llave destinada a abrir las puertas a todos los problemas de aquella. Para nosotros dentro de esta filosofía, el currículo no es moda, pues es la herramienta a dar transparencia a los procesos de formación, no es opaco, no excluye, admite disputas y debates. Por ello, con esta filosofía nos proponemos demostrar que el hecho de formar es más profundo de lo que salta a la vista, al revelar las raíces y las consecuencias sociales del proceso de hacerlo integral, tratando de disipar algo de “misterio” a un concepto clarificador de la actual condición humana, como es el de formación.
Por ello, vale la definición que de filosofía da J. Dewey: “la filosofía es una visión crítica, deliberada, sobre los lazos que existen, tanto en la vida asociada como en la individualidad, entre el conocimiento y los valores que determinan los propósitos y deseos fundamentales del hombre. La filosofía es crítica sistemática. La crítica ejerce un poder liberador, abre nuevas posibilidades desde disposiciones que dirigen los usos a los que se aplican la información y destrezas adquiridas” (Libertad y cultura: 1939). Desde esta filosofía se busca superar concepciones que han instrumentalizado el concepto de formación, lo que nos convoca a pensar en nuevas perspectivas epistemológicas, como la capacidad de relacionar circularmente las distintas dimensiones de este formar (art. 5, Ley 115 de 1994), para hablar de la totalidad en lugar de sumatividad. Entonces, así cuestionamos la “certeza” de la supuesta objetividad de las Pruebas de Estado en el acto de la formación para generar interrogantes en vez de afirmaciones, pues el currículo desde donde los tecnócratas de la educación construyen esos instrumentos no está involucrado con el contexto para desarrollar y fortalecer un conjunto de acciones pensando la Formación Integral; por lo tanto, nos interrogamos, ¿cómo es posible hablar de estandarización, si cada estudiante es un sistema de creencias, y es el miembro partícipe de lo que él siente y observa? Esta filosofía suscita satisfacción y esperanza, porque el currículo, no es una ficción formativa, es una herramienta política eficaz que contribuye a generar posibilidades formativas, alimentando el espíritu de los educandos, por ejemplo, el respeto por los derechos humanos, a la comprensión de la realidad social, que debe estar presente en el ser-estudiante integral; entonces, por eso, el currículo nos parece un ejemplo privilegiado de imaginario social formativo.
Esta Filosofía Curricular ofrece un marco de resolución de problemas, planteamientos, interrogantes, entre otros, que implica un proceso integral, que puede verse como crítica racional del sistema educativo. Si la Formación Integral presupone una creciente autonomía, entonces, los estudiantes, deben ser cada vez más autónomos para situarse en oposición frente a todo aquello, por ejemplo, que no contribuya con su formación de buenos ciudadanos. Esta es la perspectiva social de este filosofar, pensando la relación Escuela y sociedad, que es el enfoque social y humano del currículo, como la capacidad de diálogo e interacción con el contexto y con la institución misma. Cuando una Institución Educativa se percata de que es más viable en el medio y largo plazo integrar a sus miembros alrededor de su misionalidad formadora, entonces, mayor será la confianza que la sociedad tiene de su misión: cuanto más haga por formar integralmente y no por la organización de las competencias empresariales, esta institución está apostando por la ética, por una ética pública para formar desde los ideales de la Constitución Política. Por ello, nuestra filosofía es fruto de una actitud realista y racional.
Y, por lo tanto, es importante saber, por ejemplo, por qué el mundo de la evaluación escolar sigue enviándonos señales evidentemente contradictorias: la sociedad aumenta su crisis y la evaluación va por otro lado. También es importante saber cómo podemos proponer otra evaluación, porque a la oficial, casi nunca la cuestionamos, ni nunca la reparamos y, cuando lo hacemos, no nos preocupa de manera especial, por ejemplo, en el sentido que ella no forma buenos ciudadanos. Esta Filosofía Curricular, en cuanto a su fundamentación se ve favorecida por el peso de la cultura a fin de curricularizar la necesidad de aclarar en qué debemos enfatizar formativamente, cómo y por qué creer en el contexto con sus Problemáticas Sociales, PS. Este ejercicio filosófico libera una singular reflexión que como acto de fe en los valores constitucionales (señalados en los arts. constitucionales 67 y 95) y como bitácora de vuelo de las instituciones educativas pone a circular ideas, sentires, intereses, vocaciones, talentos, capacidades y experiencias para explayar planteamientos que respondan a las necesidades de los entornos. Es la fértil filosofía que queremos darle existencia a la Escuela de Expertos Curriculares. Esta filosofía quiere resolver una cuenta de esfuerzo colectivo importante en el avance conceptual de los campos de la evaluación y el currículo, planteando sus implicaciones en la Teoría Curricular.
Esta filosofía privilegia los valores misionales, su práctica, su quehacer, que son un todo dinámico. Hay que subrayar que esta dirección de pensamiento curricular ha sido preparada en la reflexión permanente que hago con mis estudiantes de pregrado y de doctorado en educación para preguntarnos, como una pedagogía de la pregunta, en el mejor sentido que le da Freire: ¿qué posible justificación tendría contribuir con este filosofar en la destrucción de la estandarización e instrumentalización en los procesos de Formación Integral para establecer derechos-deberes que con seguridad deben jugar un papel importante en la formación de buenos ciudadanos? Es la pregunta abierta para el debate. Eso surge por la manera como el Estado a través de los tecnócratas-burócratas acaban con el mundo de las alegrías y esperanzas de nuestra juventud mayoritaria, en especial, la juventud de nuestras periferias, al no poder ingresar a la educación superior pública. Esta Filosofía Curricular pretende aunar en tiempo real una propuesta de una Nueva Cultura de la Evaluación, NCE, como ejercicio polifónico, de búsqueda en común: es la razón de ser, por ejemplo, de los encuentros y desencuentros que se producen como un tejer en la Escuela pensando este formar.