En Barranquilla, las autoridades competentes y la ciudadanía en general estamos enfrascados más que todo en lo atinente a la inseguridad reinante y la ola delincuencial que se ha desatado en los últimos días, por lo que otros problemas que también merecen ponerle mucha atención, han pasado a segundo plano.
Ocurre que en algunos barrios periféricos de la ciudad, aparece ahora la posible presencia de grupos ilegales que están induciendo a las niñas de entre 14 y 16 años, a que se involucren en la prostitución; un proxenetismo que merece la intervención de las autoridades competentes.
Por esta razón las entidades correspondientes con la participación de las autoridades administrativas de Barranquilla, deberían crear lo más pronto posible un grupo de investigación y persecución de quienes estarían al frente de tan rechazable agresión a los derechos y los valores humanos.
En algunos barrios se está complicando el futuro de las menores de edad; ocurre que muchas niñas están a merced de mercaderes que las ponen en manos del mejor postor.
Si los barranquilleros como sociedad y como ciudadanos de bien no reaccionamos y no luchamos contra este nuevo flagelo, indiscutiblemente estará comprometido el futuro de nuestra niñez.
Estamos hablando de un delito tan denigrante como dañino que se une a los otros tantos que sacuden a Barranquilla diariamente. Entonces ¿A qué podríamos apostarle en la búsqueda del bienestar de las menores si decenas de niñas están cayendo en manos de inescrupulosos que las mercadean?
De ahí la urgencia de impedir que esta práctica aborrecible se involucre en la convivencia de los barranquilleros, como ya parecen estarlo en el término y la condición de numerosas mujeres jóvenes de la ciudad y del país que se hallan bajo ese yugo esclavizante.
Esta condenable práctica ilegal en torno a las futuras generaciones no puede más que desatar el malestar, pero más que nada la necesidad de emprender las acciones judiciales para impedir que se interrumpa el proyecto y el sueño de ser mejores como ciudad y como sociedad.
Es lamentable tener que señalar que Barranquilla es hoy mencionada como destino de «turismo sexual», una reputación poco alentadora la que se está reproduciendo en las redes sociales sobre nuestra gente, hay que ir de frente respecto de esta denuncia que nos pone ante otro foco de criminalidad.
Incluso se habla que muchos padres de familia están siendo cómplices, por acción u omisión, de los delincuentes que están sometiendo a las menores, quisiéramos pensar que se trata de circunstancias impuestas por medio de la violencia, pero también no permitimos reclamar de padres y maestros que rechacen y combatan, apoyados por las autoridades locales, esta modalidad inédita de ilegalidad y delito degradante contra nuestras niñas.
Una vez más lo pensamos mucho en cómo referirnos a nuestros lectores, ciudadanos y gobernantes sobre esta triste realidad, pero lo hacemos con la franqueza y la responsabilidad que le cabe a un medio de comunicación como LA LIBERTAD, frente a tan aterrador y desgarrador panorama.
Hay que recordar que nuestro estatuto de las penas, en estos casos califica el dolo, no de quien opta por prostituirse sino de quien induce, sugestiona o en general promueve la prostitución entre menores de edad, con la intención de lucrarse o de satisfacer los deseos de una tercera persona.