Por Orlando Andrade Gallardo
El hundimiento de la consulta popular en el Congreso de la República es una muestra del deterioro y detrimento de la democracia colombiana, privar al pueblo de pronunciarse en las urnas es una forma de cercenar sus derechos por cuenta de intereses partidistas que primaron sobre las reformas sociales requeridas por el Estado. El atentado contra la democracia orquestada por expresidentes y jefes de partidos políticos acompañados de los gremios que ordenan a sus súbditos en el Congreso frenar cualquier iniciativa del gobierno del cambio, fue el detonante grotesco y tramposo de la oposición en la plenaria del Senado, que en dos minutos contaron 96 votos y otras tramoyas. Las democracias han avanzado y se modernizaron en los países desarrollados cuando apareció la polarización de ideas y confrontaciones ideológicas sanas que apuntaron al bienestar social y no a intereses particulares. Es común que los medios de comunicación amarillistas publiquen noticias distorsionadas, videos amañados ordenados desde las oficinas de sus jefes empresarios y personajes siniestros enemigos gratuitos del presidente Petro, para confundir a la opinión pública y sembrar el pánico, con el objetivo de debilitar al gobierno. Polarizar es aclarar conceptos, tesis, concepciones, dialogar, buscar consenso y todo aquello que contribuya al saber humano y ponerlo al servicio de la humanidad, cuando este ejercicio se desvía, es supremamente peligroso para un país con toda clase de problemas, como Colombia. Lo triste de todo es que los promotores conocen los efectos nocivos que produce en la sociedad cuando critican sin fundamentos y sin analizar las consecuencias, aun peor cuando son permanentes y únicamente para satisfacer su ego mezquino, politiquero e intereses personales y de sus alcahuetes.
La polarización actual proviene de las diferentes corrientes partidistas, liberales, conservadores, quienes en alguna época pertenecieron a ambos partidos, hoy mantienen una confusa ambigüedad, que no sabemos cuál es su verdadero pensamiento. Así mismo los dogmáticos religiosos, los obtusos perdidos en el mundo de la política que opinan sin brújula y repiten lo que escuchan por los medios de comunicación manipuladores. Es decir, que la polarización está plagada de falsos testimonios, inclinados hacia la maldad y el veneno que destilan quienes ejercen la oposición con sevicia, como las femeninas del CD y los varones de CR, el colectivo más cuestionado. Desde que se inició el gobierno del cambio, la actitud de personajes que piensan postularse como candidato a ocupar la Casa de Nariño mantienen el mismo discurso, sin expresar ideas presidenciables por temor a equivocarse, no abordan temas económicos, actividades extractivas sostenibles y cuando se atreven, caen en errores garrafales. Estamos a 375 días de las elecciones presidenciales y la opinión publica desconoce cuáles pueden ser los proyectos de ley que presentarán al Congreso de la República una vez sean elegidos presidente. Aproximadamente hay medio centenar de aspirantes y ninguno ha tocado temas concernientes a la política pública en disminuir el desempleo del 8,5%, la pobreza del 15%, minimizar la informalidad y lo más importante: reducir la brecha de las desigualdades sociales.
La clase política nuestra está enferma de poder, el afán de derrocar a Petro para nuevamente seguir con el desorden y la anarquía administrativa, legislando a su antojo con congresistas arrodillados y complacer a quienes financian sus campas políticas, es el objetivo del golpe blando. No es difícil entender que los orígenes de la crisis de una sociedad son causadas por la pérdida de identidad y seguridad metafísica, al igual que ignorar el respeto al orden racional que poseen todos los lugares y cosas que han brotado de la naturaleza. En contraposición surge una comunidad más cambiante y predecible a la realidad, con pensamientos fuertes y decididos a estructurar un paradigma progresista y de avanzada por el viejo modelo desgastado que tiene agobiado a la sociedad por décadas. Es normal que los impactos por los cambios que surgen en la modernización inciden en la sociedad e individuos por la misma organización que adopta el nuevo modelo. Las reformas propuestas por el gobierno son necesarias y urgentes porque las actuales han perdido vigencia en el tiempo y por la aceleración de los hechos sociales, lo que en sociología podemos calificar como desarrollo de distintos sistemas de desarrollo.