Colombia enfrenta riesgos económicos con su adhesión a la Ruta de la Seda, advierte Anif

Adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda.

El centro de estudios económicos alerta sobre posibles efectos negativos en el crecimiento, la balanza comercial y las relaciones diplomáticas del país tras unirse a la iniciativa liderada por China.

La adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda, iniciativa global impulsada por China desde 2013, ha sido presentada por el Gobierno nacional como una oportunidad estratégica para diversificar sus alianzas internacionales, atraer inversión extranjera y mejorar la infraestructura. Sin embargo, un reciente informe publicado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) advierte que este movimiento geopolítico podría traer más riesgos que beneficios, especialmente en términos económicos y diplomáticos.

Según el estudio de Anif, la experiencia de otros países latinoamericanos que también se sumaron a la iniciativa conocida oficialmente como la “Franja y la Ruta” muestra que su adhesión no ha impulsado de manera significativa el crecimiento ni las exportaciones. Por el contrario, “los países de América Latina crecen 0,86 puntos porcentuales menos después de su adhesión a la Ruta de la Seda”, destaca el análisis. Esta cifra revela que el impacto económico ha sido, en la mayoría de los casos, negativo o neutro, sin mejoras tangibles en las balanzas comerciales ni en el desempeño de sectores exportadores clave.

Uno de los aspectos más preocupantes del informe es la advertencia sobre el creciente déficit comercial que Colombia mantiene con China. En el año 2024, las exportaciones colombianas al gigante asiático alcanzaron los USD 2.377 millones, mientras que las importaciones desde ese país sumaron USD 15.936 millones. Esta desproporción podría agravarse con el nuevo acuerdo, ya que la integración a la Ruta de la Seda podría facilitar el acceso de productos chinos al mercado colombiano sin que haya una contrapartida equilibrada en términos de exportaciones.

Colombia debe tener una estrategia para buscar nuevos destinos de exportación en el Pacífico, incluyendo a China, pero no es claro que la iniciativa de la Ruta de la Seda sea el instrumento adecuado”, señala el documento. Esta declaración resalta la necesidad de diseñar una política comercial coherente, que potencie la competitividad de la industria nacional y no la someta a una competencia desigual con productos importados.

Además de los riesgos económicos, Anif también llama la atención sobre posibles tensiones diplomáticas con Estados Unidos, principal socio comercial de Colombia. La participación activa en un proyecto liderado por China podría ser interpretada por Washington como un distanciamiento estratégico, lo cual afectaría negativamente acuerdos bilaterales vigentes e incluso la cooperación en materia de seguridad, inversión y comercio.

Otra dimensión del riesgo mencionada en el informe es el posible aumento del endeudamiento externo. Anif subraya que algunos de los proyectos financiados por la Ruta de la Seda en otras naciones han estado asociados a préstamos en condiciones poco claras, con cláusulas contractuales poco transparentes y, en algunos casos, con denuncias de corrupción. Esta situación podría comprometer no solo las finanzas públicas colombianas, sino también su estabilidad institucional y reputación internacional.

Estos resultados, en algunas dimensiones sorpresivos, son un llamado a la cautela”, concluye Anif, al enfatizar que los beneficios esperados por el Gobierno colombiano no están garantizados. En lugar de apostar exclusivamente por la Ruta de la Seda como palanca para el desarrollo, el centro de estudios sugiere una revisión crítica del acuerdo, basada en evidencia económica, previsiones de impacto sectorial y análisis geopolítico.

Mientras el Ejecutivo defiende su decisión como una jugada estratégica para integrarse al nuevo orden económico global, los analistas económicos y académicos advierten sobre los posibles efectos adversos de involucrarse profundamente con una potencia cuya presencia en la región no ha mostrado resultados concluyentes. Colombia deberá sopesar cuidadosamente los beneficios potenciales frente a los costos reales de esta adhesión.

Con estos antecedentes, queda claro que la vinculación de Colombia a la Ruta de la Seda debe ir acompañada de una estrategia integral de desarrollo, con énfasis en fortalecer la industria local, buscar mercados alternativos, diversificar la canasta exportadora y preservar los lazos estratégicos con socios clave como Estados Unidos. Solo así se podrá asegurar que cualquier integración internacional responda verdaderamente a los intereses nacionales.

Y.A.