Con la entrega de símbolos, León XIV inició su pontificado

Con la emoción a flor de piel, el papa León XIV inició oficialmente su pontificado con una ceremonia profundamente simbólica y conmovedora, que reunió a más de 150 mil fieles en la plaza San Pedro y a miles más a lo largo de la vía de la Conciliación.
El momento más emotivo se vivió cuando el cardenal filipino Luis Antonio Tagle le impuso el Palio (una estola de lana blanca con cruces negras) y le entregó el Anillo del Pescador, símbolos tradicionales del poder pastoral del sucesor de Pedro.
“Hoy tú sucedes al beato apóstol Pedro”, dijo Tagle con solemnidad. León XIV, visiblemente emocionado, contempló su mano por unos segundos, conteniendo las lágrimas mientras sostenía el anillo que ahora representa su misión al frente de la Iglesia católica.
Minutos antes, el nuevo Papa había recorrido en papamóvil la plaza y sus alrededores, saludando con alegría a los peregrinos que lo ovacionaban y buscaban verlo de cerca. Aunque la vuelta inició a las nueve de la mañana, una hora antes de lo previsto, muchos ya se encontraban listos para recibir al nuevo líder espiritual con aplausos y banderas.

Antes de la misa, la jornada comenzó en las grutas vaticanas, en los subsuelos de la basílica de San Pedro. Allí, frente a la tumba del apóstol Pedro, León XIV rezó junto con los patriarcas orientales, vestido con paramentos blancos. Fue allí donde se dispusieron por primera vez el Palio y el Anillo que lo acompañarán en su ministerio.
Durante la eucaristía en el altar mayor, se formalizó la entrega de los símbolos pontificios, sellando así el inicio del nuevo pontificado.
Fue una misa sobria pero profunda, cargada de significado y marcada por una evidente emoción cuando León XIV recordó a su predecesor, el papa Francisco, fallecido el pasado lunes 20 de abril.
Estaban presentes 156 delegaciones extranjeras y personajes como el vicepresidente norteamericano, James Vance, el presidente israelí Isaac Herzog, los reyes de España Felipe y Letizia.
En su homilía, el Papa planteó la necesidad de una “Iglesia unida contra el odio del mundo moderno y un modelo económico que margina a los pobres de la tierra”.