POR: ANGELICA BATALLA
La educación es un pilar fundamental en desarrollo y construcción de una sociedad equitativa, justa y digna. No obstante, el país se encuentra inmerso en un grave problema educativo, debido a que existe una brecha de desconexión inmensa en los entornos sociales dentro de los cuales se aplica este currículo oficial dado por el Ministerio de Educación Nacional (MEN), pero ¿Por qué? Porque Colombia es un país diverso, en donde la calidad de vida de las personas en zonas rurales no es igual a la población que se encuentra en las urbes, porque un niño de Bogotá no tiene la misma cultura, valores y visión del mundo que un niño de la Guajira, del Amazonas, de San Andrés o del Chocó.
Colombia va más allá que el centro del país, va más allá de las cordilleras, Colombia es un territorio de diversidad cultural y étnica, es por esto que la educación debe estar obligada a satisfacer las necesidades particulares de cada una de sus regiones, si es necesario que hayan contenidos con núcleo común que todo estudiante del país debe aprender, pero esto no es sinónimo de homogeneizar las temáticas y la forma de evaluar en el país.
En su columna «Tribuna Pedagógica: Formación y procesos curriculares» el Dr. Reynaldo Mora Mora señala muy críticamente al Sistema Educativo actual en Colombia, destacando la separación que existen entre el currículo y los escenarios sociales que se presentan en los diversos entornos del país, resaltando la importancia que debe tener la implementación de Procesos Curriculares Contextualizados y Pertinentes (PCCP) con una visión humanista, en donde resalten los valores éticos, que salga a flote el ser del individuo, con el objetivo de fomentar el respeto por la dignidad humana.
Reynaldo Mora hace su crítica hacia el currículo oficial del país porque este no aborda problemáticas sociales y las necesidades específicas de los jóvenes estudiantes, sino que tiende a estandarizar y homogeneizar, cuando realmente lo que debe buscar es fomentar y potenciar la imaginación, la creatividad, las capacidades, las habilidades críticas y resolución de problemas, entre otras. Sin embargo, en pleno siglo XXI se siguen implementando evaluaciones instrumentadas y cuadriculadas que al final del día solo buscan resultados cognitivos cuantificados desconectados por completo de formar un ser integral capaz de ser humano, de argumentar, de debatir, de alzar la voz por sus creencias, de mejorar para servir a su comunidad.
Ahora bien, ¿qué propone para mitigar esta problemática educativa en el país? Mora Mora nos invita a reflexionar para implementar un enfoque humanista que pretende dar igualdad educativa para todos los sujetos que participen en los procesos de enseñanza y aprendizaje, así nace el reto de implementar los Procesos Curriculares Contextualizados Pertinentes que va a abordar esas problemáticas sociales mencionadas anteriormente en pos de contribuir y mejorar el entorno.
De este modo la educación pasa de ser meramente una transmisión vertical del conocimiento cognitivo, sino que se va a convertir en un puente para el proceso de transformación social, desarrollo individual, sentimiento de pertenencia por el territorio-comunidad, sin dejar de lado fortalezas en saberes específicos y habilidades que van a ayudar a mejorar la calidad de vida de todo habitante de Colombia.
Si bien es cierto, se hace necesario esta transformación en el currículo, también se hace necesario un cambio en la formación de los docentes que imparten las clases en las instituciones educativas del país. Para que este enfoque sea efectivo, es imprescindible que los educadores se conviertan en agentes de cambio, investigadores, innovadores, capaces de identificar las necesidades específicas de sus jóvenes estudiantes y adaptar sus prácticas pedagógicas al entorno donde estén ubicados. Esto requiere una formación docente fundamentada en la reflexión crítica y la responsabilidad social, que permita a los maestros no solo enseñar contenidos académicos, sino también fomentar el pensamiento crítico y la participación ciudadana en sus estudiantes.
Además, es fundamental que las políticas educativas respalden e impulsen este tipo de iniciativas, reconociendo la diversidad como una fortaleza y no como una problemática. Para ello, es necesario repensar, replantear y reestructurar los sistemas de evaluación y acreditación educativa, que a menudo están diseñados bajo una lógica de estandarización que conduce a que prácticamente no exista la flexibilidad curricular.
Un modelo educativo basado en un proceso curricular contextualizado pertinente debe permitir la experimentación y la innovación pedagógica, brindando a los docentes la libertad y los recursos necesarios para adaptar sus estrategias de enseñanza a las realidades sociales de sus estudiantes.
Otro aspecto clave en la implementación de un proceso curricular contextualizado pertinente es el diálogo continuo entre los distintos actores que hacen parte del sistema educativo: docentes, estudiantes, familias y comunidades. La construcción de un currículo pertinente no puede ser un proceso vertical, lineal, diseñado exclusivamente desde las altas esferas del poder educativo, dentro de unas oficinas frías en el centro de Colombia. Por el contrario, debe ser un proceso participativo y colaborativo, en el que todos los involucrados tengan la oportunidad de aportar sus experiencias y conocimientos para construir una educación verdaderamente significativa.
En conclusión, la adopción de Procesos Curriculares Contextualizados y Pertinentes es esencial para garantizar una educación que verdaderamente responda a las necesidades de los estudiantes y de la sociedad en general. Como bien indica Mora, se trata de «un llamado a los educadores críticos para promover un pensamiento y acción fresco, atrevido, innovador, siempre comprometido y digno de cara a la formación de buenos ciudadanos». Solo a través de una educación contextualizada y pertinente podremos formar individuos capaces de enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo y contribuir a la construcción de sociedades más justas y equitativas. Este ejercicio hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura en Procesos Curriculares que se construyen con alumnos de la Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico (I-2025).