Por Orlando Andrade Gallardo
Las noticias más relevantes de la semana anterior apuntan a la asignación de Robert Prevost como nuevo Papa para reemplazar al fallecido y querido pontífice Francisco, y la segunda: la moral pública en el suelo. En la elección del Papa, los protocolos tradicionales y pomposos de ceremonias religiosas, reunió a todos los cardenales del mundo para realizar el Cónclave y escoger el sucesor de Pedro. El nuevo Papa tomó el nombre de León XIV, nació en Chicago Estados Unidos, pero formado religiosamente en Perú, primero como sacerdote y posteriormente arzobispo. León XIV pertenece a la comunidad de San Agustín, congregación de la iglesia católica progresista por su forma de concebir la religión y el mundo. Los agustinianos se caracterizan por ser de pensamientos liberales e inquietos en el conocimiento social, su principal gestor fue San Agustín nacido en África 357-430, fue ordenado sacerdote en 391. Su pensamiento se fundamentó en la comprensión de la realidad y la filosofía contestataria, que estudió con dedicación desde los 19 años. El santo se inclinó por el saber de Plotonio, para entender mejor la realidad y poder reforzar la espiritualidad y liberarse de la sujeción de lo material. Agustín se apropió de esa corriente filosófica e introdujo algunos cambios para convertirla en una filosofía cristiana. La evolución de Agustín comienza con la conversión, que permite el desenvolvimiento del ser y la fusión e integración de la existencia, era un convencido de priorizar el estudio de la doctrina cristiana para fortalecer a la iglesia. Fue considerado un gran dogmático y ocupó un lugar importante en la historia de los dogmas por la influencia de sus vivencias expresadas racionalmente, reconociéndolo como el metafísico de la experiencia interior. Fue el primero en formular la idea que la duda de toda verdad, se estrella contra la certeza, teoría que representa el amor a la vida y al conocimiento. La orientación inicial de Agustín fue la razón, pero su pensar principal la biblia, que se alejó por una temporada para el estudio de la razón, sin embargo la biblia fue su guía espiritual. La razón y la fe no fueron para Agustín principios separados, son un binomio, hay razón en la fe y en la fe hay razón. Afirmaba, que quien va en busca de la verdad logra la paz, al apoyarse en ambas, conduce a los acuerdos comunes, descartando las disputas. Con estas evidencias podemos aseguramos que el Papa León XIV comulga con las tendencias progresistas, por lo tanto está en sintonía con el gobierno del cambio, sin discusión.
El segundo acontecimiento inmoral y vergonzoso para los colombianos es la aprehensión de los dos expresidentes del Congreso –Senado y Cámara– acusados de corrupción en el sonado entramado de los carrotanques, destinados a suministrar agua potable a la comunidad de La Guajira. La opinión pública no alcanza a entender la avaricia de funcionarios que devengan un salario mensual de $50 millones más prebendas, atente contra los dineros de los pobres. El caso es más aberrante por el destino que tenían esos recursos, la población más deprimida de la nación. Los personajes acusados no son cualquier ciudadano de a pie, son los representantes del pueblo elegidos por el voto popular que confiaron en ellos para que los representara ante el gobierno nacional y defendieran sus derechos e intereses, y salen con patas de barros como decía Rita Gallardo.
La dimensión del problema y los daños causados a cientos de miles de niños y adultos mayores que necesitaban del agua para calmar la sed no llegó porque la plata para comprar los carrotanques se la robaron. Calcular cuántas personas en la península perdieron la vida por sed, es especular, pero seguramente fueron muchas. Aquí no se trata que al caído caerle, se trata que la justicia actúe con severidad por la magnitud del problema y los personajes involucrados en algo que jamás debía pasar. Cada vez que suceden estos escándalos que hunden la moral y ética pública al subsuelo por la corrupción que se presenta en el recinto sagrado de la democracia e irrespetan los valores humanos y la ética pública, los colombianos se inclinan a revocar las curules de los parlamentarios y cerrar el Congreso de la República. En la consulta popular en camino, podemos agregar esta pregunta, para que sea el pueblo que decida, si continuamos con los mismos problemas. ¿Por qué no probamos? La constituyente del 91 se gestó así, en una consulta con la séptima papeleta.