Robert Francis Prevost, el primer Papa estadounidense, asume el pontificado como León XIV, mientras revive una polémica por supuestos encubrimientos durante su gestión episcopal en Chiclayo, Perú, calificados como «absolutamente falsos» por periodistas e investigadores.
El Vaticano volvió a ser el epicentro de la atención mundial tras la elección del cardenal estadounidense Robert Francis Prevost como nuevo líder de la Iglesia Católica, quien asumió el nombre de Papa León XIV. Con raíces españolas, nacionalidad peruana y una sólida trayectoria misionera en América Latina, su nombramiento representa un giro histórico: por primera vez un ciudadano de Estados Unidos ocupa el Trono de San Pedro.
La elección se dio con notable rapidez. A menos de 24 horas de iniciado el cónclave, la fumata blanca salió por la chimenea de la Capilla Sixtina anunciando la decisión unánime del Colegio Cardenalicio. El anuncio oficial lo hizo el cardenal protodiácono Dominique Mamberti, confirmando la elección del nuevo Pontífice, quien apareció poco después en el balcón de la Basílica de San Pedro para dirigirse a los fieles congregados.
«El mal no prevalecerá. Todos estamos en manos de Dios, por lo tanto, sin miedo, unidos, de la mano de Dios y entre nosotros avancemos hacia adelante», dijo el nuevo Papa León XIV en su primer mensaje público. Sus palabras, acompañadas por un saludo en español, resonaron con fuerza en América Latina, especialmente en Perú, donde ejerció como obispo durante casi una década.
Un pasado que vuelve a ser noticia
Sin embargo, la emoción global que ha despertado su pontificado no ha estado exenta de controversia. Su llegada al trono pontificio ha reavivado denuncias surgidas en su etapa como obispo de Chiclayo, al norte de Perú, entre 2014 y 2023. Durante ese periodo, algunas organizaciones civiles lo señalaron por presunto encubrimiento de abusos sexuales cometidos por dos sacerdotes bajo su jurisdicción.
Las acusaciones, aunque impactantes, fueron desmentidas tanto por la Diócesis de Chiclayo en su momento como por investigadores especializados. El periodista Pedro Salinas, reconocido en el país por su labor en la investigación del caso del Sodalicio de Vida Cristiana —una organización religiosa disuelta por el Papa Francisco—, ha calificado esas denuncias como «absolutamente falsas».

“No hay sustento documental, ni testimonios sólidos que apunten a él en esa dirección”, afirmó Salinas en declaraciones a medios peruanos, añadiendo que en las indagaciones que lideró nunca encontró evidencia que vinculara a Prevost con encubrimientos. Esta declaración ha sido clave para desactivar buena parte de la narrativa crítica en torno al nuevo Papa, aunque ciertos sectores aún exigen mayor transparencia y revisión.
Un Papa de continuidad
Más allá del ruido mediático, la elección de León XIV representa una señal de continuidad con el pontificado de su predecesor, el Papa Francisco, fallecido el 21 de abril. Ambos comparten una visión pastoral que prioriza a los pobres, migrantes y excluidos, así como una fuerte inclinación hacia la justicia social y el compromiso con la protección de la creación, en línea con la encíclica Laudato si’.
No obstante, el nuevo Pontífice mantiene posturas doctrinales tradicionales. Tal como lo expresó en entrevistas previas a su elección, se opone a la ordenación de mujeres, argumentando que abrir el sacerdocio femenino podría generar divisiones y nuevos desafíos que comprometan la unidad de la Iglesia. También ha mostrado preocupación por el avance de ciertas agendas eclesiales que, en su opinión, desdibujan la esencia evangélica.
En su gestión previa al papado, Prevost ocupó cargos de peso dentro del Vaticano. Fue designado prefecto del Dicasterio para los Obispos en 2023, lo que lo convirtió en una figura clave en la designación y supervisión de obispos a nivel mundial. Además, integró la comisión para América Latina y otros seis dicasterios, consolidando una imagen de hombre de confianza del Papa Francisco.
Un perfil internacional
La biografía de Robert Francis Prevost es, cuanto menos, singular. Nacido en Chicago en 1955, con estudios en matemáticas, teología y derecho canónico, se ordenó sacerdote agustino en 1982. Su destino como misionero lo llevó a Perú, país donde vivió durante más de 40 años, y que terminó marcando profundamente su vocación y visión de Iglesia.
Fue superior general de los agustinos a nivel global y luego regresó a Perú, donde asumió la Diócesis de Chiclayo. Esta experiencia le dio un contacto directo con la realidad latinoamericana y, en particular, con las comunidades más vulnerables. Por eso, no sorprendió que dedicara parte de su primer discurso como Papa a saludar a los fieles de Chiclayo, calificando su paso por la región como una etapa decisiva de su vida pastoral.
Su formación académica también ha sido destacada. Obtuvo su doctorado con honores en derecho canónico en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino en Roma, con una tesis centrada en el rol del prior local en su orden religiosa. Este enfoque en las estructuras comunitarias refleja su interés por una Iglesia sinodal, donde el liderazgo se ejerce desde la escucha y la participación.
El primer Papa estadounidense
Con la elección de Prevost, se rompe una tradición no escrita que desaconsejaba elegir a papas de nacionalidad estadounidense, debido al fuerte peso político y económico de Estados Unidos en el mundo. Su perfil, sin embargo, es considerado como más espiritual que geopolítico, lo cual habría facilitado el consenso.
«Es un gran honor saber que es el primer Papa estadounidense. ¡Qué emoción y qué gran honor para nuestro país!», expresó el presidente de Estados Unidos en su cuenta de Truth Social tras conocerse el nombramiento. También manifestó su intención de reunirse con el Papa León XIV, subrayando la relevancia de este momento histórico para las relaciones bilaterales entre Washington y la Santa Sede.
Analistas señalan que el nuevo Pontífice podría jugar un rol determinante en la recomposición de las divisiones ideológicas dentro de la Iglesia en Estados Unidos, marcada por una fuerte polarización. También podría contribuir a revitalizar el flujo de donaciones hacia el Vaticano, debilitadas durante la administración Trump por tensiones diplomáticas.
Retos de un pontificado desafiante
El contexto en el que asume León XIV es especialmente complejo. La Iglesia Católica enfrenta múltiples desafíos: desde el descenso en el número de vocaciones sacerdotales y la secularización creciente en Europa, hasta el escándalo persistente de los abusos sexuales, el replanteamiento del papel de la mujer en la Iglesia, y las tensiones internas entre sectores conservadores y progresistas.
A esto se suman los grandes desafíos globales: la crisis climática, los flujos migratorios, las guerras que fragmentan regiones enteras y el auge del autoritarismo en varios países. Frente a ello, León XIV ha dado señales de querer continuar con una Iglesia comprometida con el mundo, sin renunciar a sus raíces doctrinales.
Su postura frente al cambio climático ha sido firme. Ha citado en varias ocasiones el ejemplo de Francisco con su encíclica ambiental y ha apoyado las acciones urgentes para cuidar la creación como parte de la misión cristiana.
Así las cosas, la llegada de Papa León XIV marca un punto de inflexión en la historia reciente del Vaticano. Su elección representa tanto una continuidad con el legado de Francisco como una oportunidad para responder con sabiduría pastoral a los desafíos del siglo XXI. Las sombras de su pasado en Perú, aunque revividas, parecen no tener el peso suficiente para opacar su imagen global. Con una trayectoria misionera, una vocación profundamente evangélica y una sensibilidad marcada hacia los migrantes y los más pobres, el nuevo Pontífice se perfila como una figura de reconciliación y firmeza.
Mientras el mundo observa con expectativa, León XIV comienza su pontificado con un mensaje claro: fe, unidad y esperanza en tiempos de crisis.
Y.A.