La Capilla Sixtina no dio señales de consenso tras la primera votación del cónclave, dejando a millones de fieles en suspenso mientras continúa la búsqueda del sucesor del papa Francisco.
La espera fue larga y el desenlace, predecible pero no por eso menos decepcionante. Este martes, la fumata negra emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, señal inequívoca de que los cardenales del cónclave no lograron consensuar el nombre del nuevo líder de la Iglesia católica. La jornada cerró sin la elección del sucesor del papa Francisco, y el mundo católico deberá esperar, al menos, un día más para conocer el nombre del nuevo sumo pontífice.
El cónclave comenzó hacia las 5:30 de la tarde, hora de Roma, y tras varias horas de deliberación, los cardenales decidieron no dar por concluido el proceso de selección con un resultado definitivo. La señal de humo negro fue vista por los cientos de fieles que se agolparon en la Plaza de San Pedro, muchos de ellos con la esperanza de que la jornada inaugural concluyera con una fumata blanca. Pero la historia de las elecciones papales indica que pocas veces un papa es elegido en la primera votación.
La elección del nuevo pontífice se desarrolla en el más estricto hermetismo. Las votaciones son secretas y no se conocen los resultados parciales. Nadie fuera de la Capilla Sixtina puede saber con certeza quiénes lideran las preferencias entre los cardenales electores, ni cuán cerca o lejos están de alcanzar los dos tercios necesarios —al menos 77 votos de los 115 cardenales participantes— para ser proclamado obispo de Roma.
La tradición, el protocolo y la solemnidad del evento contrastan con la impaciencia de los tiempos modernos. Millones de católicos en todo el mundo, conectados por televisión o internet, siguieron la señal de la chimenea vaticana esperando la aparición de un humo blanco que anunciara el nacimiento de un nuevo papado. Pero el proceso apenas comienza.
Está previsto que el jueves 8 de mayo se reanuden las votaciones, con dos rondas en la mañana y otras dos por la tarde. Así lo establece la normativa del cónclave, que prevé cuatro votaciones diarias mientras no se logre el acuerdo. Si después de tres días no hay elección, se hace una pausa para orar y reflexionar, antes de continuar con el mismo ritmo. El objetivo es permitir que los cardenales disciernan con mayor claridad, bajo la guía del Espíritu Santo, quién debe ser el nuevo líder de la cristiandad.
El hermetismo del proceso impide saber qué tan avanzadas están las discusiones, aunque algunas señales han despertado especulaciones. El cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, habría deseado «suerte» en privado al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, poco antes del inicio del cónclave. Este gesto ha sido interpretado por algunos como una pista sobre las dinámicas internas, aunque no existe confirmación oficial sobre el respaldo que pueda tener Parolin o cualquier otro cardenal.
La ausencia del papa Francisco del trono de Pedro deja un vacío simbólico importante. Jorge Mario Bergoglio, quien accedió al pontificado en 2013 tras la renuncia de Benedicto XVI, dejó una huella profunda en la Iglesia, marcada por un tono pastoral, una agenda reformista y una firme defensa de los pobres y marginados. Su sucesor tendrá la difícil tarea de continuar, reinterpretar o incluso confrontar ese legado, en un momento de grandes tensiones dentro y fuera del Vaticano.
Mientras tanto, la Capilla Sixtina permanece cerrada, y los cardenales electores continúan en aislamiento. Las puertas se mantendrán selladas hasta que se dé la fumata blanca, que anunciará al mundo que el nuevo papa ha sido elegido y ha aceptado su nombramiento.
El proceso, aunque incierto en duración, mantiene viva la tradición milenaria del catolicismo y refuerza su dimensión espiritual. Cada jornada sin acuerdo no solo refleja las complejidades políticas y teológicas que enfrenta la Iglesia, sino también el profundo compromiso de sus líderes para discernir al guía adecuado para los más de 1.300 millones de fieles que aguardan con esperanza.
Y.A.