Comienza el cónclave en la Capilla Sixtina: cardenales inician la elección del nuevo papa tras la muerte de Francisco

Conclave para elegir al nuevo papa tras la muerte de Francisco.

Los cardenales electores ya se encuentran encerrados en la Capilla Sixtina para iniciar las votaciones secretas que definirán al próximo líder de la Iglesia Católica, en un proceso guiado por estrictos rituales y simbolismos centenarios.

 

El mundo católico ha entrado en uno de sus momentos más solemnes y cargados de misterio: el cónclave ha comenzado oficialmente en el Vaticano. Los cardenales electores que decidirán el futuro de la Iglesia Católica ya se encuentran encerrados en la Capilla Sixtina, donde ha iniciado el proceso reservado y riguroso para la elección del nuevo papa, tras el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril.

El inicio del cónclave estuvo marcado por una liturgia cargada de tradición. Los cardenales se congregaron primero en la Capilla Paulina, desde donde partieron en procesión hacia la Capilla Sixtina, guiados por el cardenal italiano Pietro Parolin, quien, por ser el purpurado elector de mayor rango según el orden de precedencia, lideró los cánticos litúrgicos, entre ellos el ‘Veni Creator’, invocando la presencia del Espíritu Santo en el proceso de deliberación y votación.

Al llegar a la Capilla Sixtina, los cardenales prestaron juramento de secreto, comprometiéndose a no revelar detalle alguno de las discusiones, votos o decisiones que ocurran durante el cónclave. Enseguida, se escuchó el solemne grito de “extra omnes” (todos fuera), con el cual los asistentes no electores —incluidos los ceremonieros pontificios, secretarios, diáconos y prelados— abandonan el recinto. Una vez cerradas las puertas, comienza la votación.

Dentro de la Capilla, decorada con frescos de Miguel Ángel y bajo la mirada imponente del Juicio Final, cada cardenal escribe en secreto el nombre de su candidato en una papeleta, la dobla cuidadosamente y la deposita, mediante un plato de plata, en una urna dispuesta para este propósito. Una vez concluido el escrutinio, las papeletas se queman. Si no hay acuerdo en los votos —es decir, si ningún candidato alcanza los dos tercios requeridos—, se añade un químico que produce la fumata negra, señal de que aún no hay papa. En cambio, si se elige a un pontífice, el humo será blanco, la fumata blanca que anuncia al mundo el nacimiento de un nuevo liderazgo en la Iglesia.

El proceso puede prolongarse varios días. En caso de que la primera votación no produzca un resultado, se celebrarán hasta cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde. Si después de tres días no se llega a un consenso, el reglamento contempla una pausa de hasta un día para la oración y reflexión, tras la cual se reanudan las votaciones en bloques similares.

Este cónclave llega en un momento crucial para la Iglesia. Durante las semanas previas, los cardenales se reunieron casi a diario en el Vaticano para conocerse mejor y debatir los desafíos prioritarios que enfrenta la institución. Entre los temas abordados destacan la crisis de abusos sexuales, las finanzas vaticanas, la necesidad de mayor transparencia, y los esfuerzos por mantener la unidad eclesial ante la creciente polarización dentro del catolicismo global.

El nombre de Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, ha sido uno de los más mencionados en los análisis previos al cónclave. Su conocimiento de la diplomacia vaticana y su cercanía con el papa Francisco le otorgan un perfil de continuidad, aunque también hay voces dentro del colegio cardenalicio que abogan por un cambio generacional o geográfico, impulsando candidaturas provenientes de África, Asia o América Latina.

Por ahora, nada es seguro. El hermetismo es total y el mundo entero permanece atento a la chimenea de la Capilla Sixtina, esperando la señal que romperá el silencio: la fumata blanca que indicará que hay nuevo papa, y que posteriormente dará paso a la tradicional presentación desde el balcón de la Basílica de San Pedro con el ya histórico anuncio: “Habemus Papam”.

En una era de desafíos y cambios acelerados, la elección de un nuevo pontífice será determinante no solo para los fieles católicos, sino también para el rumbo ético, político y social que asumirá el Vaticano en las próximas décadas. Hasta entonces, el misterio del cónclave permanece sellado tras las puertas de la Capilla Sixtina.

Y.A.