Autopsia del transfuguismo: el último intento por cambiar las reglas para 2026

Alejandro Chacón fue el principal promotor de la reforma.

El transfuguismo, una reforma política de los políticos que habría redibujado el mapa de los partidos en Colombia, subió y bajó como espuma. El proyecto de reforma constitucional logró acumular velocidad y apoyo, generó un revuelo, y anoche fue archivado con 53 votos a favor y 29 en contra en la Plenaria del Senado. Era el debate definitivo antes de bajar a la Cámara, para dos debates finales donde se daba como muy probable su aprobación.

El proyecto estaba hecho a la medida de los políticos y debilitaba los partidos. Permitía a todos los que tuvieran credencial, desde ediles hasta congresistas, cambiarse de partido cada 4 años sin renunciar a sus puestos. Y le quitaba al Consejo de Estado la facultad de sancionar la doble militancia, una infracción que ha dejado sin curul a muchos.

El hundimiento de este proyecto, de apenas dos artículos, cierra las opciones de que el Congreso logre aprobar un cambio a las reglas de la política antes de las elecciones del 2026.

Estas son cinco claves de la autopsia del transfuguismo:

  1. El tiempo tumbó los votos, pero queda un apetito inminente de cambio

El transfuguismo que proponía que los políticos pudieran cambiarse de partido sin tener que renunciar a sus curules o ser sancionados por eso, iba bien. “Como un volador”, lo resumió Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral, MOE.

Bautizado como libertad política por su promotor, el senador liberal Alejandro Chacón, consiguió superar el quinto de ocho debates con mayorías. Avanzó porque no llevaba la chapa del gobierno, solo tenía dos artículos, y empezó a ser visto como un gana-gana para todos los sectores políticos.

A diferencia del proyecto de 2023 que sí era promovido por el gobierno en la reforma política de Roy Barreras, esta vez al baile se habían montado congresistas de partidos tradicionales. Con calculadora en mano estaban analizando cuántos votos podían sumar al permitir que políticos de otros partidos llegaran a los suyos.

En ese quinto debate votaron conservadores, de La U, liberales, verdes insatisfechos como Jonathan Fenery Pulido, “JotaPe”, y uribistas como María Fernanda Cabal. Por eso, se presumía que el apoyo iba a ser igual en la plenaria.

Los votos estaban de cara al sexto debate. Los opositores lo presentían y haciendo uso de todo el manuel de maniobras legislativas compraron tiempo para voltear la elección. Carlos Fernando Motoa, de Cambio Radical, un incondicional de Germán Vargas Lleras, fue clave en esa estrategia.

El proyecto entró para el sexto debate en el orden del día del 23 de abril. Pero se volvió prioridad en el del lunes 28 de abril porque quedó de tercero, en una movida que causó revuelo sobre su inminente aprobación. Pero ese día Motoa tenía el primer turno. Usualmente, los congresistas ponentes buscan que sus iniciativas se tramiten rápido, incluso omitiendo la lectura de los artículos cuando ven que hay un consenso.

Motoa no tuvo afán. Pidió que se sometieran a votación proposiciones que senadores habían dejado como constancias, daba largas a las intervenciones, controvertía al secretario general. “Es que yo entiendo qué es lo que pasa con este proyecto de ley. Llevo acá media hora y no avanzamos”, reclamó el liberal Jhon Jairo Roldán.

Y Chacón entendió la dilación. “Me gusta mucho que me puedan dejar la discusión de la libertad política para mañana”, le dijo en tono retador. El proyecto de Motoa se terminó votando 2 horas después de arrancar la discusión lo que acabó diluyendo el quórum.

Entre el final de esa sesión y las horas siguientes los partidos Conservador y de La U, que veían con buenos ojos el proyecto, se reunieron en bancada y decidieron quitarle el apoyo. Anoche, con las mayorías cantadas, otros que antes estaban por el sí también decidieron cambiar de opinión para no aparecer como perdedores.

Motoa, que fue coordinador ponente de la reforma política de 2009 que permitió el transfuguismo por una única vez y favoreció a partidos como el suyo, Cambio Radical, esta vez celebró el hundimiento.

Motoa tiene cancha en Ley Quinta y manejo de los tiempos en plenaria.
Motoa tiene cancha en Ley Quinta y manejo de los tiempos en plenaria.

Es una victoria táctica para el status quo de una política colombiana donde cada vez más congresistas se sienten incómodos en sus partidos, en un panorama fragmentado donde hay más de 30 logos. Deja el precedente de que las ansias de cambio están vivas, en todos los bandos, y van a resurgir en un futuro cuando quizás no haya un Motoa.

  1. Ni el Congreso más autónomo pudo hacer una reforma política estructural

Petro compartirá la historia con Iván Duque como los presidentes que no pudieron aprobar una reforma política. Las últimas las hizo Juan Manuel Santos, que dieron paso a la prohibición de la reelección y el estatuto de oposición, o aterrizaron algunos puntos del acuerdo de La Habana. Pero en términos de la política partidista, no fueron tan profundas como las del 2003 y 2009, en los gobiernos de Álvaro Uribe.

Desde entonces el número de partidos se ha multiplicado por decisiones judiciales, la fragmentación está disparada, y la política colombiana lleva más de una década bloqueada de los cambios estructurales que expertos señalan se necesitan.

Petro lo intentó el primer año, en medio de la luna de miel de la coalición, pero cayó en el quinto debate porque los congresistas no aceptaron las listas cerradas, la financiación de campaña exclusivamente estatal, o el transfuguismo. Insistió en la mitad con Juan Fernando Cristo como ministro de la política, pero ya sin coalición, y tampoco.

Este último intento de Chacón no tuvo el respaldo oficial, estaba hecha a la medida para los congresistas y por eso había avanzado. Pero en el Senado, principalmente, pesó la aguja de la opinión y la influencia de actores externos como los gremios.

Además de instituciones independientes como la MOE o Transparencia por Colombia, que advirtieron riesgos a la democracia de ser aprobada la reforma, el Senado paró la oreja a columnistas de opinión y líderes gremiales. Por ejemplo, tres senadores le dijeron a La Silla que el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, los llamó preocupado por los alcances del proyecto y del posible beneficio al Pacto Histórico.

La Andi ha tenido un cabildeo intenso en este Congreso planteando cuestionamientos a las reformas sociales de Petro.

  1. El partido unido de izquierda que quiere Petro queda en manos del CNE

Una de las razones que explica la volteada de apoyos del sí al no, es que creció la percepción de que la reforma beneficiaba principalmente al Pacto Histórico. En 2022, el presidente Petro logró unir a casi toda la izquierda en la coalición del Pacto—integrada por la UP, el Polo, la Colombia Humana, ADA, y el Mais— porque eran partidos minoritarios.

Pero la ley prohíbe hacer coaliciones a quienes en las elecciones pasadas hayan sacado más del 15 por ciento de los votos. El Pacto consiguió el 16 por ciento al Senado. Bajo esa lógica, los partidos que se aliaron no podrían presentarse juntos otra vez y tendrían que separarse en dos o en hasta tres listas.

Con el transfuguismo, las principales figuras se concentrarían en un partido nuevo obviando la coalición.

“Es un artículo que les salva la reelección a los actuales congresistas del Pacto”, remachó la senadora verde Angélica Lozano. Tuvo hasta columna de opinión en El Tiempo para insistir en esa idea. La tesis se la compraron las cabezas de los partidos.

Por ejemplo, en la reunión de la bancada de La U, a la que solo fueron siete de los 10 senadores, la directora Clara Luz Roldán dijo que la reforma los golpeaba porque les podía quitar gente y podría fortalecer al Pacto en regiones clave. Como el Valle, de donde es Dilian Francisca Toro.

En el Valle, la coalición del Pacto sacó 7 de las 13 curules a la Cámara y superó el 15 por ciento. Por lo cual no podría volver en bloque en el 2026.

Esas cuentas de cálculos por regiones estuvieron compiladas en una presentación con datos que llegaron a los chats de bancadas y de gremios poderosos. En la de La U, por ejemplo, la movió Alexander Vega, el exregistrador nacional.

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Cuadro que circuló para posicionar la idea de que la reforma solo beneficiaba al Pacto.

Tanto el Pacto como el ponente Chacón negaron en todo el trámite que fuera una reforma sastre. La senadora María José Pizarro dijo que el camino de unidad para ellos en 2026 no depende del transfuguismo por cuanto los partidos del Pacto ya decidieron fusionarse en uno solo. Arrancar de cero, dijo, les quita cualquier restricción porque entregan las personerías jurídicas del Polo, Colombia Humana o la UP.

El lío es que esa movida depende del Consejo Nacional Electoral, CNE. Es un órgano político, donde el gobierno hoy no tiene una mayoría. Allá, como reveló La Silla, quieren usar una ley de 2011, que antes no había sido aplicada, y que restringe las fusiones o escisiones cuando alguno de los interesados tiene investigaciones administrativas. Y los partidos del Pacto están siendo investigados por las irregularidades de la financiación en la campaña Petro.

Aún así, Pizarro y compañía le están pidiendo al CNE un trato igual al que aplicaron cuando aprobaron las escisiones del Polo, para dar paso a Dignidad, o del ADA, para permitir la Fuerza por la Paz, porque en esos caso esos partidos también tenían investigaciones en curso que no fueron tenidas en la cuenta.

Por lo pronto, el CNE no ha querido tramitar la escisión del Mais, que permitiría la creación de Progresistas, la plataforma de Pizarro, David Racero y Heráclito Landinez, que quiere dar el paso a la fusión bajo la gran sombrilla de izquierda.

Si el CNE se fuera por esa línea y negara la fusión, a Petro igual le quedan caminos para presentar su propia lista al Senado. Pero solo lo podría hacer, por ejemplo, con una nueva lista por firmas o solo con los avales de la Colombia Humana, eso sí, sin poder meter a los actuales senadores. Eso dejaría por fuera a figuras claves como Iván Cepeda y Pizarro.

A pesar de que la unidad de la izquierda es un plan que ha impulsado Petro, el gobierno no ayudó en esta reforma. Más allá de que el Pacto votó en bloque por negar el archivo, anoche no estuvo el ministro del Interior, Armando Benedetti, ni ninguno de los enlaces del ministerio.

  1. Los jefes de los partidos mostraron su poder en Senado

Germán Vargas Lleras en Cambio Radical; Álvaro Uribe en el Centro Democrático; y Alexander Vega y Clara Luz Roldán en La U, le bajaron el pulgar al proyecto e instaron a sus bancadas a hacer lo mismo. Y por eso se hundió.

Incluso en un Congreso donde el gobierno Petro ha logrado sonsacar apoyos de todos los partidos tradicionales, excepto el Centro Democrático, para aprobar sus reformas, las cabezas lograron imponerse en el Senado.

Uribe dijo que era una vergüenza porque debilitaría a los partidos. “Los partidos tienen que ser instituciones doctrinarias no fábricas de avales”, dijo en un trino. Y la orden la cumplió la bancada.

Pero no mencionó que fue justamente durante su presidencia, en 2009, que se permitió el transfuguismo político, no permanente como proponía Chacón, sino por dos meses. Fue una propuesta de su gobierno, bajo la coordinación del entonces ministro del Interior, Fabio Valencia Cossio, y la ponencia de Carlos Fernando Motoa, la que permitió fortalecer a partidos como el de La U, que luego ayudaron a la elección de Juan Manuel Santos.

“Es realismo político”, resumió Valencia Cossio sobre esa gabela en una entrevista de la época con La Silla Vacía.

Vargas Lleras también dio instrucción a la bancada, aunque allá, de dientes para adentro, había congresistas con expectativas de que la reforma avanzara. Aún en estado de recuperación tras un procedimiento médico, tuvo ojos en la plenaria.

“Mandan delegados, asesores de los mandamases para que verifiquen cómo votan los congresistas”, dijo el senador Álex Flores. Y en algo tuvo razón. Por ejemplo, dentro de la plenaria con teléfono en mano estuvo el politólogo Santiago Zapata, que es el espía de Vargas Lleras que vigila a Cambio Radical.

Zapata es los ojos de Vargas en el Congreso.
Zapata es los ojos de Vargas en el Congreso.
  1. Chacón anticipó la pelea por la presidencia del Senado

El senador Alejandro Chacón, que se cargó la chapa del promotor de la reforma, se cotizó. No solo porque llevó el proyecto lejos y lo defendió con un discurso vehemente en la plenaria, sino porque sumó puntos de cara a una pelea que quiere dar desde dentro del liberalismo: ser presidente del Senado para el periodo siguiente.

Por acuerdos políticos, al Liberal le corresponde la presidencia en el último año, el de elecciones. Y el que alzó la mano desde el principio fue Lidio García, quien se mueve entre la afinidad con César Gaviria y dar una mano a algunas iniciativas del gobierno Petro.

Con Chacón coincide en manejar una postura ambigua con el gobierno, pero difiere con la cercanía a Gaviria. Chacón lideró la disidencia que buscó sacar a Gaviria de la presidencia del partido en la anterior convención en Cartagena y propuso una colegiada.

Ayer, justo cuando Chacón iba a defender el transfuguismo, Gaviria hizo llegar una carta al Senado, que antes filtró a medios, en la que presentaba a Lidio como el candidato único del partido para ocupar la presidencia. El documento no tenía la firma de Chacón ni de Alejandro Vega y tomó por sorpresa al nortesantandereano.

Tanto, que apenas el grupo de asesores de Chacón la leyó y se la comunicó, Lidio se acercó hasta el atril para explicarle que no había sido una decisión de él, sino de los compañeros y Gaviria.

Chacón no se alteró. Tiene un camino abonado entre algunas bancadas para dar el golpe. “Le dije a Lidio: agúzate que te están velando”, comentó una senadora cuando se enteró de la carta.

Que a Lidio la mayoría de la bancada lo postule no le garantiza el puesto. El ejemplo está en 2023 cuando la mayoría del Verde apoyó a Angélica Lozano, incluso con el guiño del gobierno, e Iván Name se aupostuló y ganó con el respaldo de los partidos tradicionales.

En el veintenar de intervenciones para anunciar el no al transfuguismo, no hubo referencias negativas a la tarea de Chacón. Y él se llevó eso como el vaso medio lleno. “Del putas ese discurso”, le dijo la senadora Gloria Flores al terminar la sesión.

Ñapa: Pasó de agache un vicio

La plenaria del Senado de anoche donde se archivó el proyecto de transfuguismo pudo haber sido un correo. El proyecto de acto legislativo corría el riesgo de estar viciado porque entre el segundo (13 de noviembre en Senado) y el tercer debate (28 de noviembre en Cámara) no pasaron los 15 días que mínimo exige la ley para esos trámites. Nadie lo notó, o no quiso notarlo, porque al final el debate les sirvió a todos.

Con información de LaSillaVacia,Com