Lo que parecía un contenedor más con frutas tropicales rumbo a Europa, escondía en su interior un cargamento millonario de droga. En una operación precisa y coordinada, las autoridades colombianas incautaron 300 kilogramos de clorhidrato de cocaína camuflados entre bananos, que tenían como destino la ciudad de Hamburgo, Alemania.
El hallazgo ocurrió en el puerto marítimo de Santa Marta, y fue confirmado por el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, quien a través de su cuenta de X elogió el trabajo de la Policía Antinarcóticos. “Este intento criminal fue neutralizado gracias a la inteligencia, pericia y entrenamiento de nuestra @PoliciaColombia”, escribió.
La droga fue detectada durante una inspección rutinaria, pero no fue producto del azar: detrás estuvo el trabajo de unidades especializadas en perfilamiento de contenedores, entrenadas para detectar patrones sospechosos en las rutas del narcotráfico.
Aunque no se han reportado capturas, las autoridades aseguran que la investigación sigue abierta y podría dar con los cabecillas de la estructura criminal detrás del fallido envío.
Más allá del decomiso, el caso pone de nuevo sobre la mesa la presión constante del narcotráfico sobre los principales corredores de exportación del país, y la necesidad de reforzar los controles sin afectar el comercio legal.