Un video viral mostró el momento en que un uniformado y un civil protagonizan una violenta pelea en la estación de Policía de San José de Los Campanos; la Policía Metropolitana de Cartagena investiga el caso como un acto de intolerancia.
Una escena cargada de tensión se vivió la tarde del viernes 2 de mayo en la Estación de Policía del barrio San José de Los Campanos, en Cartagena, cuando un altercado entre un motociclista y un patrullero terminó con gritos, empujones, un arma desenfundada y piedras lanzadas contra la infraestructura policial. El hecho, grabado por testigos que se encontraban en el lugar, rápidamente se volvió video viral en redes sociales, despertando críticas, cuestionamientos y llamados a la calma en una ciudad que no es ajena a los choques entre civiles y fuerza pública.
Según lo informado por la Policía Metropolitana de Cartagena (Mecar), todo comenzó cuando una moto abandonada fue encontrada por uniformados, quienes decidieron trasladarla hasta la estación mientras se aclaraba su propiedad. Sin embargo, poco después llegaron al lugar más de ocho personas, exigiendo la entrega del vehículo sin portar ningún tipo de documentación que acreditara la propiedad.
En medio de ese grupo se encontraba el hombre vestido de blanco que, minutos después, protagonizaría el enfrentamiento con el uniformado. Testigos aseguran que el individuo comenzó a utilizar palabras obscenas y a lanzar provocaciones contra el patrullero, lo que derivó en una reacción violenta por parte del agente.
La escena que quedó registrada en video muestra cómo ambos se enfrascan en una pelea física dentro de las instalaciones policiales. En un momento crítico, el patrullero desenfunda su arma de dotación, pero la maniobra resulta fallida: el proveedor del arma cae al suelo, mientras las personas presentes comienzan a intervenir para evitar una tragedia mayor.
Para muchos de los ciudadanos que presenciaron el hecho, el uniformado se dejó provocar, pero también se actuó con exceso de fuerza, lo que agrava una ya preocupante desconfianza hacia la institución. “No debió sacar el arma. Era un momento de tensión, pero había gente alrededor, incluso menores”, dijo una mujer presente en la estación.
De acuerdo con el vocero de la Mecar, tras la discusión y el forcejeo, el civil involucrado abandonó el lugar. Sin embargo, la situación no terminó ahí: varios miembros de la comunidad, visiblemente exaltados, comenzaron a lanzar piedras contra la estación, rompiendo vidrios y generando daños en la infraestructura.
En ese instante, las únicas dos unidades dentro de la estación eran el patrullero implicado y otro agente, quienes solicitaron refuerzos de inmediato. Las unidades de apoyo llegaron minutos después y lograron capturar a uno de los ciudadanos involucrados en los actos vandálicos.
“La captura se produjo por los delitos de daño en bien ajeno y agresión a servidor público”, precisó el vocero oficial, quien también añadió que ya se iniciaron investigaciones internas para determinar si el uniformado actuó dentro de los protocolos de la institución. Por ahora, la Policía clasifica el suceso como un acto de intolerancia.
La escena refleja un fenómeno que se ha vuelto más frecuente en Colombia: los episodios de tensión entre ciudadanos y policías, donde los límites entre la autoridad legítima y la reacción desmedida se difuminan peligrosamente. En barrios como San José de Los Campanos, donde la presencia estatal suele sentirse de manera ambivalente, estos hechos contribuyen a erosionar la confianza entre comunidad e institución.
Diversas voces en redes sociales han pedido que se tomen medidas disciplinarias si se comprueba que el patrullero infringió los protocolos. Otros, sin embargo, cuestionan la actitud del civil y del grupo que intentó reclamar una motocicleta sin documentos, señalando que el respeto por la ley debe ser recíproco.
El caso genera preguntas importantes sobre el manejo del uso de la fuerza por parte de la Policía, el rol de la comunidad ante la autoridad, y la capacidad institucional de contener situaciones de conflicto sin que deriven en violencia.
Mientras tanto, la ciudad de Cartagena espera resultados claros de las investigaciones, así como garantías de que hechos como estos no se sigan repitiendo. Lo ocurrido en Los Campanos es más que un incidente aislado: es un reflejo de una sociedad en tensión, donde la delgada línea entre la ley y el caos puede romperse con una provocación mal manejada.
Y.A.