Los 133 cardenales que participarán en el cónclave del 7 de mayo coinciden en la necesidad de una elección rápida y en un ambiente de armonía y reflexión.
A tan solo unos días del esperado cónclave que definirá al nuevo líder de la Iglesia católica, el ambiente en el Vaticano se percibe sereno y colaborativo. Los 133 cardenales con derecho a voto han estado participando activamente en las congregaciones generales, en las que aseguran mantener una preparación «en armonía», destacando la cohesión y el espíritu de unidad que reina entre ellos.
“El ambiente es excelente, todos los obispos están bien, todos los cardenales están bien”, afirmó el cardenal sursudanés Stephen Mulla, de 61 años, al término de una de las sesiones que se celebran en el Aula Pablo VI. Su comentario, aunque breve, resume la disposición común de los electores que se alistan para ingresar a la Capilla Sixtina el próximo 7 de mayo.
Desde distintos rincones del mundo han llegado estos cardenales, lo que convierte este proceso en el más global de la historia. Con representantes de 70 países distribuidos en los cinco continentes, el nuevo Papa será elegido en un entorno que refleja cada vez más la diversidad del catolicismo moderno. Un dato no menor considerando los profundos desafíos de la Iglesia en temas como la inclusión, la justicia social y la misión pastoral en contextos multiculturales.
El cardenal argentino Vicente Bokalic Iglic, también elector, fue aún más escueto al ser consultado sobre su preparación para el cónclave: “En camino”, dijo mientras abandonaba el lugar de reunión, reflejando la discreción que acompaña estos momentos decisivos para la Iglesia.
Algunos cardenales mayores de 80 años, que por edad no tienen derecho al voto, también compartieron sus impresiones. Uno de ellos fue el cardenal colombiano Jorge Enrique Jiménez Carvajal, de 83 años, quien aseguró que el clima en las congregaciones es de comunión y esperanza. “Son la gran mayoría de la Iglesia, son nuestro futuro”, dijo en alusión al papel de la mujer dentro del catolicismo, destacando que el Papa Francisco ya ha dado pasos importantes en esta dirección.
“Creo que esos pasos serán seguidos, es la lógica, y le darán mucho provecho a la Iglesia”, añadió el purpurado colombiano, marcando una postura clara frente a uno de los temas más debatidos en los últimos años: la participación activa de las mujeres en estructuras eclesiales de decisión.
Sobre el perfil del próximo pontífice, Jiménez sostuvo que probablemente será una figura de continuidad: “La Iglesia cultiva la continuidad. La Iglesia no es de saltos”, afirmó, reforzando la idea de que el nuevo Papa no romperá abruptamente con el legado de Francisco, sino que más bien profundizará sus reformas.
El cardenal colombiano también subrayó la necesidad de unidad dentro de la Iglesia. “Cristo quería que la Iglesia fuera siempre una. Las divisiones nos debilitan. La unidad nos hace fuertes”, expresó. En un mundo marcado por polarizaciones y conflictos, este mensaje adquiere una renovada relevancia.
Aunque los rumores sobre posibles candidatos circulan discretamente en los pasillos del Vaticano, incluso los cardenales no electores se abstienen de hacer conjeturas. “Qué bueno que haya bastantes nombres, eso significa que puede haber mucha gente que pudiera hacer una tarea muy buena al nuevo Papa”, comentó Jiménez Carvajal, sin aventurarse a mencionar favoritos ni a opinar sobre la nacionalidad del futuro pontífice.
Desde El Salvador, el cardenal Gregorio Rosa Chávez, de 82 años, también expresó su confianza en que el cónclave será breve, de entre dos y tres días. “Es impresionante ver la periferia en la Capilla Sixtina: hay tantas nacionalidades dentro. Todo el sufrimiento de la gente de la periferia está presente dentro del cónclave. Es algo que nunca hemos vivido antes y que puede darnos sorpresas muy interesantes”, afirmó con emoción.
Consultado sobre la posibilidad de que sea elegido un Papa italiano, respondió con sencillez: “Todo es posible. Dios es el Dios de las sorpresas. De hecho, Francisco fue una sorpresa. Vino del fin del mundo”.
Así, en medio de esta mezcla de tradición y renovación, los cardenales se preparan en un ambiente de reflexión, diversidad y esperanza, conscientes de que la decisión que tomarán en la Capilla Sixtina no solo impactará a los católicos, sino al mundo entero.
Y.A.