Venezuela enfrenta una de las crisis de capital humano más graves de su historia moderna. Más de 4,1 millones de personas en edad productiva han abandonado el mercado laboral en la última década, como consecuencia de una profunda recesión económica, agravada por la hiperinflación y la pérdida del valor real del salario.
De acuerdo con el estudio «Crisis económica y el colapso del acervo de capital humano venezolano», liderado por el economista Omar Zambrano, el país ha perdido alrededor de 55,3 millones de años de escolaridad y 97,8 millones de años de experiencia laboral acumulada. La cifra refleja la magnitud de una fuga masiva de trabajadores, muchos de ellos jóvenes, calificados y en plena edad productiva.
“El salario perdió tanto valor que trabajar dejó de ser una opción viable para millones de venezolanos”, explicó Zambrano. En los peores años de la crisis, entre 2015 y 2017, los ingresos no alcanzaban ni para cubrir el transporte, lo que llevó a muchos ciudadanos a priorizar la búsqueda de alimentos o el cuidado del hogar sobre sus empleos.
Este fenómeno coincidió con el auge de la migración venezolana. Entre 2015 y 2019, millones de personas dejaron el país rumbo a naciones como Colombia, Perú, Ecuador y Brasil. Otros, sin emigrar, se desincorporaron completamente del sistema laboral. Las mujeres fueron particularmente afectadas, al asumir en muchos casos el rol de cuidadoras principales ante la ausencia de otros miembros de la familia.
Aunque la economía venezolana ha mostrado señales de leve recuperación desde 2021, con una mayor dolarización y flexibilización de controles, la falta de personal calificado es ya una limitación crítica para el crecimiento a largo plazo. Las empresas enfrentan dificultades para encontrar trabajadores preparados, lo que representa un obstáculo para cualquier intento de reconstrucción económica.
Zambrano considera que aún hay esperanza. A su juicio, la diáspora venezolana, al ser relativamente reciente, podría retornar si se generan condiciones políticas, económicas y sociales favorables. «Existen experiencias exitosas en otros países que han logrado repatriar a su talento humano mediante incentivos fiscales y programas de reintegración», afirmó.
El estudio concluye que, al igual que el sistema eléctrico o la infraestructura petrolera, el capital humano debe ser tratado como un componente clave para el desarrollo futuro del país. Sin él, cualquier recuperación será limitada y vulnerable.