El inicio de una histórica huelga que duró cuatro jornadas, que se denominó Revuelta de Haymarket, dio origen a esta celebración, que en 1955 en la Plaza de San Pedro en El Vaticano, Pío XII consagrara a San José Obrero

Los orígenes del Día del Trabajador, se remontan a los albores de la Revolución Industrial Norteamericana, estamos hablando del siglo XIX.
Una serie de hechos que todo el mundo conoce -que han sido divulgados de manera amplia,y hoy aparecen en todos los portales- desembocaron que en la denominada Segunda internacional -que estaba integrada por partidos laboristas y socialistas- decretara el día de hoy, 1° de Mayo, como el Día Universal del Trabajador.
Esta celebración tiene su origen en Chicago, Estados Unidos, un día como este, pero de 1886, que se registró el inicio de una histórica huelga que duró cuatro jornadas por parte de los trabajadores y es recordada con el nombre de ‘Revuelta de Haymarket’.
Pero la Iglesia Católica -y ese es el tema que nos ocupa hoy- la Iglesia Católica decidió que ella tal, como como institución, tenía que participar de ese día. y según revela el portal Catholic Net, la Iglesia decidió que la celebración debería cristianizarse para evitar que esa Iglesia Católica resultase damnificada y que fuese presentada por los partidos de Izquierda como enemiga de los trabajadores y enemiga de la clase.
-En nuestro Occidente -dice también en el portal- se aprovechaba ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia, que era presentada como fuerza aliada del Capitalismo y consecuentemente como enemiga de los trabajadores. Eso lo indica la publicación Catholic Net,
Todas estas consideraciones fueron llevadas al Vaticano y el papa Pío XII en el año de 1955 determinó que de manera evidente, había que sacralizar la festividad.
Todas estas consideraciones fueron tenidas por él en cuenta en ese año de 1955 y decidió consagrar a San José Obrero como patrono y modelo de los Trabajadores, dada su actividad con la que sostuvo su hogar en Nazaret. Con la carpintería.
Frente a un grupo de obreros reunidos ese día en la Plaza de El Vaticano, La Plaza de San Pedro, el Sumo Pontífice hizo la consagración litúrgica de ese día, el 1° de Mayo de 1955 instituyéndolo como la Festividad de San José Obrero,.
-Qué el Santo Custodio del Hogar sea el Humilde Carpintero, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia, la dignidad del Obrero Manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias- fue la exhortación del Papa Pío XII, quien .de paso, decretó la festividad como de absoluta observancia para el Mundo Católico, vale decir Obligación de guardar el día y de ir a misa.
Pero la fiesta de la Iglesia Católica no paró ahí. Juan pablo II, quien después fuera santo, San Juan Pablo II, en su Encíclica a los Trabajadores en 1981 -encíclica que se llamó Laborem Excersens, destacó que mediante el trabajo, el hombre no sólo transforma la Naturaleza adaptándola a sus propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre,
-Es más, en un cierto sentido, se hace más hombre- dijo Juan Pablo II en su encíclica Laborem Excersens
Esto lo complementó en el Jubileo de los Trabajadores en el año 2000 cuando se refirió a que la sociedad debe tener respeto por quienes cumplen con esta labor de trabajar.
-Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciales: Unid vuestros brazo vuestra mente y vuestra corazón para contribuir a construir una sociedad que se respete, que respete al hombre y a su trabajo- dijo Juan Pablo II añadiendo que el hombre vale más por lo que es, que por lo que tiene.
-Cuando se realiza el servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta, y de un orden más humano en las humano en las relaciones sociales eso cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico- agregó.
De esta manera, pues, la Iglesia Católica se sumó a la Fiesta de los Trabajadores, no dejándola toda en manos de los grupos de Izquierda…