Por Orlando Andrade Gallardo
Mañana primero de mayo se conmemora el Día del Trabajador en todo el planeta como reconocimiento y entrega a sus labores cotidianas, las que desarrolla desde los puestos de trabajo en los sectores productivos de la economía mundial. Alcanzar el reconocimiento que gozan algunos trabajadores en los diferentes países adscritos a la Organización Internacional del Trabajo OIT, no fue tarea fácil, por la férrea oposición patronal de los dueños de capitales y medios de producción. Las luchas encarnizadas de los trabajadores para conquistar sus merecidas reivindicaciones laborales y sociales, generalmente se complican por los poderes políticos y económicos que ejercen los gremios sobre los gobiernos de turno. Los enfrentamientos entre los dos bandos se remonta desde la revolución francesa, cuando los grupos vanguardistas y progresistas, impusieron sus exigencias para que los empresarios reconocieran al trabajador, no como una cosa, sino como un ser humano, determinante para el desarrollo de los pueblos. Y bajo las protestas organizadas a sangre y fuego, se logró: Jornada laboral de ocho horas diarias, pago extra cuando se excediera este tiempo, al igual que domingos y feriados, contrato de trabajo indefinido, atención en salud, educación, recreación y la pensión cumplidos los términos pactados en convenciones y derechos a sindicalizarse. Todas estas peticiones se lograron paulatinamente, al final los empresarios cedieron al convencerse que las reclamaciones de los trabajadores tenían fundamentos y no reducían sus utilidades y menos fomentaban el desempleo. Con la llegada del gobierno de Gaviria en los 90 se privatizaron la gran mayoría de las empresas rentables del Estado, generó desempleo y atomizó el sindicalismo; en el 2002 con Uribe, de un solo plumazo acabó con las conquistas laborales, y el gobierno del cambio trata de restablecer con las reformas laborales y pensionales, que niega el legislativo.
La lucha desigual entre el capitalismo y la clase obrera, jamás llegarán a acuerdos por el desconocimiento de los empresarios de la importancia del trabajador, más aun cuando el empresario es legislador al tiempo, y puede regular las normas a su conveniencia. Las 23 agremiaciones que reúnen al sector productivo del país, sus directivos se atornillan en los cargos para atajar el desarrollo con propuestas que perjudican la económica nacional, como es el día sin IVA y tratar de marchitar los programas de Colpensiones, entre otros. Sus mismos directivos al más alto nivel recomiendan fórmulas viables y sencillas, para favorecer a los trabajadores, como las presentadas por el presidente de la junta directiva de Compas y Corona, Gabriel Echavarría Obregón cuando recibió el reconocimiento de la Andi. El homenajeado manifestó: “los empresarios con su experiencia podrían contribuir más con los trabajadores, brindándoles mayor garantía laboral, mejora en sus salarios y prestaciones sociales” y se auto preguntó qué puede hacerse para que el trabajador se sienta a gusto en su entorno laboral, y se respondió, un trato digno, respetuoso y ambiente en excelentes condiciones.
El recién fallecido Papa Francisco aseguraba que los patrones deben ejercer el liderazgo con ejemplo, con gestión, enfocada en la sencillez y el buen trato, deben priorizar los propósitos, el dinero debe servir, no para gobernar y controlar a los demás, sino para beneficio colectivo, es necesario impulsar los cambios con reformas estructurales progresistas. El Papa dejó maravillosas enseñanzas en su autobiografía ‘Esperanza’.
El primero de mayo es una fecha llena de historia con vaivenes generados por la lucha de dos eternos rivales que no encuentran consenso por defender sus intereses, el empleo es necesario conocerlo desde la economía política que estudia con énfasis las relaciones de producción; pero los únicos factores que incluye es la tierra, trabajo, capital, tecnología y otros ignorando el factor género. La fuerza laboral femenina no era incluida en las estadísticas, hoy comprobamos que es un elemento determinante para el desarrollo económico y social de los pueblos en cualquier profesión y oficio. Con beneplácito festejamos esta fecha por las grandes connotaciones sociales que representa para la humanidad el día del trabajador, especialmente el barranquillero que no le huye ni al sol ardiente, ni las fuertes lluvias, ni los jornales de hambre. Mañana debemos salir a la plaza pública, para defender nuestros derechos al trabajo digno, apoyando la consulta popular y las reformas laborales y otras. Es importante y necesario hacer valer los once millones de votos que respaldaron al presidente Petro.