“Deje que su peinado hable por usted”
***
Reviso el pasado, miro hacia atrás, y me encuentro con un hecho frívolo pero muy singular: 65 años cumple “el Tony Curtis”, el peinado que, en 1960, en la película “Con faldas y a lo loco”, lució su actor principal: Tony Curtis, “el bollo de aquel momento, según ellas, y uno de los primeros “manes” bacanes del cine de pelo “embrillantinado” que puso a consideración de otros “manes” del momento, un lux de su autoría y creación, obra estética de abierto vacile en contra del corte de pelo masculino a lo militar de la Segunda Guerra Mundial.
No todos los hombres, en el caso de las personas mayores, usaron “el Tony”, aquello era solo para jóvenes que buscaban una definición de peinado impecable, que daba otro estilo elegante, y que demandaba un aspecto limpio y profesional al buclecito que se les venía a la frente luego de cierta técnica en el jalado de la peinilla…y que debía mantenerse así las 24 horas del día luego de uno y otro retoque que los “Tony Curtistas”, se daban en cuanto espejo o vitrina callejera encontraban.
Aquello fue el furor, pero el furor… tanto que los dueños de la “Peluquería Americana”, junto con los de “La Real y Jaramillo”, las primeras que en Barranquilla usaran sillas giratorias traídas de Estados Unidos, testigos de aquel fenómeno mundial, en hojas volantes callejeras, promocionaban sus “calidosos” servicios diciendo: “Le hacemos “el Tony”, el corte más popular que le dará un aspecto limpio y de longitud uniforme. Con laterales y nuca afeitados, lo que le da un contraste con la parte superior del cabello. Profesionales en el ramo lo pondrán como un auténtico galán conquistador fuera de la pantalla…Estamos a su servicio. Visítenos para tener el gusto de hacerle su “Tony…Deje que su peinado hable por usted”.
Lo cierto fue que “el Tony” criollo, daba un estilo fresco y energético y lleno de vitalidad a los muchachos aquellos, en especial a los de cuerpo atlético y de mirada intensa copiada de la misma película proyectada en el “Cine Metro” donde el famoso galán, conquistaba féminas en el esplendor de una sala de cine con servicio de cafetería, baños, piso con alfombra, sillas abullonadas, aire acondicionado y olorosa a chicle de cine entre enamorados.
El furor era total: ricos y pobres usaban “el Tony”… moda que se complementaba poniendo en la apariencia “una mirada de chulo” lo más parecida a la del actor…Y ¡ah! de barranquilleros que hubo dispuestos a sobrevivir durmiendo de pie para que no se les “dañara” “el Tony”, favor que alcanzaban con una buena peinilla marca “Vandux” y la “Brillantina Moroline” o “La Tigre Mono” de entonces promocionada en las tres emisiones diarias del “Radio Periódico Informando” del popular locutor Marcos Pérez emitía por “La Voz de la Patria, la emisora de la tonalidad perfecta…
En otras palabras, Tony Curtis, el actor, nunca vino a Barranquilla para nada, pero estaba en sus calles en el protagonismo de los “manes” que usaban su pariendo y corte lejos de Hollywood, pero en el esplendor del ir y venir por el Paseo Bolivar para que las chicas los vieran…
Cuántos, hoy calvos, si es que sobreviven más allá de tener los 80 y 90, jóvenes para esa época, no añorarán ahora su “Tony” en la innegable fascinación de un momento ingenuo, sano y mágico y de una que otra marihuana prohibida y pasiva “para el entone” y la “necesidad” de un vuelo corto que, dado lo costosa que esta era, tenía “su genérico” en “el embale” barato del Lucky con Mejoral.
“El Tony” que usaran los jóvenes barranquilleros hacia los 60s, era, en verdad de verdad, una obra de arte en sus manos y un truco barato con brillantina de tienda de esquina para presumir…
Y es necesario decir también que el fenómeno llegó a la gente de pueblo, Romelio, por ejemplo, amigo de infancia y juventud (ya fallecido), eternizado en aquella moda, una vez, y esto va de apunte, al ver a una chica por los alrededores de la plaza, sobre el particular, alzándose el cuello de la camisa, preparado el decente piropo, teniendo como escenario del hecho al Juan de Acosta que se nos fue, salió con esto:
– “Viejo Pimie, ahí viene “una lea”, deje que le guiñe el ojo en público como fina estafa de amor, que el resto lo hará mi “Tony Curtis”.
Y, diligente, antes, salió a retocarse en el espejo del billar de la cantina de “la Niña Sara”.
Y entonces sí, al ataque.
…Pero no sé si la referida chica, cayendo en su épica captura romántica de verdadero deleite, se derritió al verlo.
…Y vaya lo que aconteció porque, al parecer, la hembra sí lo miró y habló con él …Y el protagonista, a lo galán de fotonovela de las de Corín Tellado en blanco y negro, sin esperarse y estrenando sonrisa, me dijo:
-Ya vio, viejo Pimie, ya vio. La lea me miró turbada, sin duda exhalo el dulce aroma del éxito de mi “Tony Curtis, viejo Pimie.
Y, de nuevo, ante el espejo, girando perfiles, “el Viejo Rome”, bacán de pueblo, repetida y repetidamente, se jalaba “el Tony”, causa y consecuencia de sus “levantes”…