Por: ISAAC ROMERO
El colombiano más universal de todos, en sus memorias, Vivir para contarla, menciona que se decidió definitivamente a abandonar la carrera de derecho, que inició en la universidad nacional y retomó luego, en la universidad de Cartagena (cambio que hizo a raíz del Bogotazo y el cierre de la nacional), animado por una frase que al parecer leyó en Bernard Shaw: ‘Desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela”. La pasión por las letras se impuso y Gabo decidió que así fuera comiendo papel, iba dedicarse al periodismo y la literatura. Por tanto, un ejercicio interesante revisar algunos escritos y discursos de nuestro nobel, para ver su visión sobre la educación, rescatando algunos postulados que puedan resultar reflexivos para el sistema educativo en Colombia y América latina. Siguiendo esta línea, traeremos a la palestra seis escritos que recrean con perspicacia directa o indirectamente su posición sobre la educación: La soledad de América latina (1982), El cataclismo de Damocles (1986), un país al alcance de los niños (1994), Manual para ser un niño (1995), ¿América latina si existe? (1995) y un mensaje sobre la paz en Colombia y la educación (1998).
El cataclismo de Damocles, fue un discurso de García Márquez, contra la guerra atómica, el 6 de agosto de 1986, en Ixtapa, México. Las palabras fueron pronunciadas, en el marco del aniversario número 41, de la bomba de Hiroshima, con la finalidad de criticar la inversión nuclear desmesurada de las grandes potencias, en detrimento de la asistencia infantil, salud, alimentación y educación, ejes transformadores de la sociedad. En relación a la educación, García Márquez comenta sobre este importante rubro que “con sólo dos submarinos atómicos Tridente, de los veinticinco que planea fabricar el gobierno actual de los Estados Unidos, o con una cantidad similar de los submarinos Typhoon que está construyendo la Unión Soviética, podría intentarse por fin la fantasía de la alfabetización mundial. Por otra parte, la construcción de las escuelas y la calificación de los maestros que harán falta al Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la educación en los diez años por venir, podrían pagarse con el costo de doscientos cuarenta y cinco cohetes Tridente II, y aún quedarían sobrando cuatrocientos diecinueve cohetes para el mismo incremento de la educación en los quince años siguientes”.
En la actualidad, el panorama no es menos desalentador, los países industrializados manejan un discurso político de desarme nuclear, pero en la práctica siguen fabricando ojivas. De igual forma, la alfabetización, según la ONU, alcanza la penosa cifra de “754 millones de adultos que no saben leer ni escribir, dos tercios de ellos son mujeres, así como 250 millones de niños que no adquieren las competencias básicas en lectoescritura”. En la misma sintonía, se encuentre el discurso más encomiable y reconocido del nobel, la soledad de América latina, pronunciado ante la academia sueca en 1982 para la aceptación del premio nobel. Gabo, menciona que las grandes potencias del mundo tienen material bélico “como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios”. Contrario a esto, los países más pobres, a pesar de “las pestes, hambrunas y cataclismos” siguen teniendo las cifras de natalidad más alta que los países del primer mundo, como si fuera una lucha entre la vida y la muerte. Para el nobel, se hace necesario replantearnos algunos valores inamovibles en una sociedad que apunta cada vez más al conocimiento científico, en detrimento de la persona, lo humano y el ser.
Por un país al alcance de los niños, hace parte de Colombia: al filo de la oportunidad, un documento escrito entre 1993 y 1994, por 10 intelectuales y científicos que convocó el gobierno nacional, para dar su visión sobre problemáticas sociales relevantes en la misión de ciencia, educación y desarrollo. Esta carta de navegación, se convierte en una reflexión valiosa para que los padres y maestros redefinan la visión tradicional que tienen en relación a la formación de la niñez y juventud. El sistema educativo, debe transformarse en el “órgano maestro” impulsor del cambio social, que permita descubrir la identidad que todavía estamos buscando y encauzar la imaginación y las vocaciones como un destino plausible que nos permita cambiar la estela de violencia, corrupción y soledad que nos persigue históricamente.
Otro importante aporte, es Manual para ser un niño (1995), una sentida reflexión, más poética y sentimental que científica, pero con horizonte educativo claro: el destino vital de una persona debe estar en función a sus talentos. En este texto, es donde mejor se desarrolla la pedagogía del talento congénito, ese “juguete favorito” que se disfruta y al hacerlo causa felicidad y realización personal. Convirtiéndose en una crítica a padres y maestros, para prestar atención a las aptitudes que presentan los infantes. Los postulados de García Márquez sobre educación se deben más a vivencias, experiencias y aprendizajes personales que tuvo como periodista, cineasta y literato que a una investigación científica sobre la escuela, la educación y la pedagogía. Cabe destacar que, a pesar de haber vivido momentos de suma pobreza como escritor, nunca renunció a su vocación por las letras. Ejemplo de esto, fue en París, El nobel vivió un capítulo de su vida, entre el amor efímero de una actriz vasca (Tachia Quintanar), las notas enviadas al periódico que lo envió como corresponsal en Europa (El Espectador), el hambre que lo llevó a escarbar una vez entre las sobras de la basura, la esperanza de un pago para subsistir y el frio de una buhardilla sin calefacción. En medio de estas contrariedades, Gabo escribió el coronel no tiene quien le escriba. Hoy, una placa en el Hôtel des 3 Collèges, ubicado el barrio latino de París, conmemora aquellos esfuerzos que convirtieron a un periodista empírico y principiante, en un genio de la literatura universal.
En relación a las artes, La educación escolar ha estado desarticulada de la realidad social y cultural de nuestro país, dando relevancia a las ciencias duras, mientras la formación artística o deportiva, por ejemplo, se reduce a unas cuentas horas de clases semanales. Esto significa, que los talentos artísticos no encuadran en el sistema educativo, porque se prioriza la inteligencia lógico-matemática y se relega la creatividad como una actividad para la recreación y no como un oficio para la vida. De esta forma, su propuesta es una enseñanza de las artes, “que obedezca a una concepción moderna de lo que es la cultura, para qué sirve, cuánto cuesta, para quién es, y que se tome en cuenta que la educación artística no es un fin en sí misma, sino un medio para la preservación y fomento de las culturas regionales, cuya circulación natural es de la periferia hacia el centro y de abajo hacia arriba.”
La cultura popular alimenta y da vida a los valores predominantes de la sociedad. El ethos Caribe, por ejemplo, proviene de la confluencia de muchos pueblos: indígenas, europeos, africanos, árabes, entre otros. Es precisamente de esa confluencia y realidades regionales, que se debe organizar la educación artística, comprendiendo a Colombia como lo establece la constitución: un país pluriétnico y multicultural. Un discurso que permite sintetizar el pensamiento educativo del nobel, fue el que pronunció en Contadora, Panamá, en marzo de 1995. Las palabras fueron tituladas: ¿América latina si existe?, en el marco de la integración latinoamericana. Por medio de estas palabras defiende su tesis sobre “la captación de las aptitudes y vocaciones que tanto hacen falta al mundo”. A diferencia del texto, “un país al alcance de los niños”, donde habla de la responsabilidad de los padres y maestros en Colombia, el discurso de Contadora va dirigido a América latina, y se añade un tercer actor involucrado: El Estado. En resumen, “El fundamento es que, si a un niño se le pone frente a un grupo de juguetes diversos, terminará por quedarse con uno solo, y el deber del Estado sería crear las condiciones para que ese juguete le durara a ese niño. Soy un convencido de que ésa es la fórmula secreta de la felicidad y la longevidad. Que cada quien pueda vivir y hacer sólo lo que le gusta, desde la cuna hasta la tumba”.
En 1998, envía un mensaje de paz durante el gobierno de Andrés Pastrana, una voz de aliento para un flagelo que nos golpea como sociedad desde hace más de doscientos años. El mensaje va en coherencia del mismo sendero educativo de los textos referidos con anterioridad, es un llamado urgente para crear una cultura de paz: “Ya es hora de entender que este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata sino con una educación para la paz, una educación inconforme y reflexiva que nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se parezca más a la que merecemos, que nos oriente desde la cuna en la identificación temprana de las vocaciones y las aptitudes congénitas para poder hacer toda la vida sólo lo que nos guste, que es la receta mágica de la felicidad y la longevidad. En síntesis, una legítima revolución de paz que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante casi dos siglos hemos usado para destruirnos y que reivindique y enaltezca el predominio de la imaginación”.