Mientras el expresidente de EE. UU. Donald Trump aseguraba que un alto al fuego entre Rusia y Ucrania estaba «muy cerca», la realidad en las calles de Kiev contaba otra historia. En un ataque masivo, Rusia lanzó 70 misiles y 145 drones sobre la capital ucraniana y otras zonas del país, dejando al menos 9 muertos y más de 60 heridos.
Las explosiones sacudieron Kiev durante la madrugada, provocando incendios, cortes de energía y escenas de caos entre la población civil. Los servicios de emergencia trabajan contra el reloj para rescatar personas atrapadas bajo los escombros y atender a los heridos.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky denunció que, pese a haber aceptado un alto al fuego total hace 44 días, las agresiones rusas no han cesado.
“Han pasado 44 días desde que Ucrania acordó un alto al fuego total… y han pasado 44 días desde que Rusia sigue asesinando a nuestro pueblo”, declaró con firmeza.
La ofensiva llega en un momento especialmente delicado para las negociaciones de paz, alimentando el escepticismo sobre la verdadera voluntad del Kremlin de detener el conflicto. Según informes preliminares, la mayoría de los proyectiles fueron interceptados, pero varios lograron alcanzar zonas residenciales.
La comunidad internacional observa con alarma esta nueva escalada, mientras las esperanzas de una tregua efectiva parecen diluirse entre el humo y los escombros de Kiev.