Las Pruebas Saber 11 y la desigualdad (I)

POR: ETIEL TORREGROSA GUTIERREZ

“No hay peor desigualdad, que la igualdad entre los desiguales”: Jorge Eliecer Gaitán.

La evaluación estandarizada de las Pruebas Saber 11 en el sistema educativo, lejos de ser un igualador de oportunidades, contribuye a la reproducción de las desigualdades sociales existentes. Puesto que, obtener bajos resultados en estas pruebas estandarizadas restringen el ingreso a las universidades públicas, pues, por normatividad (ley 1324 de 2009) estas pruebas son requisito para el ingreso a la educación superior. Y está demostrado que este nivel de educación es el único que permite el progreso social y desarrollo económico y tecnológico de las sociedades.

En la lógica mercantil y burocrática del Icfes y el MEN, la estandarización, homogenización e instrumentalización del currículo y de la evaluación, busca que todos pensemos igual, para que nadie piense más, ni mucho menos diferente.

Con esto han logrado establecer el imaginario social tal que; todos los estudiantes de la educación básica y media están en igualdad de condiciones con unos lineamientos curriculares y estándares básicos. Esto sin tener en cuenta las particularidades y potencialidades individuales y las necesidades de los diversos contextos de un país pluralista y de regiones como Colombia. Con lo cual, han logrado mantener las condiciones de inequidad social y económica de los habitantes del territorio nacional.

Por un lado, la Carta Magna de 1991 y la Ley General de Educación hablan de diversidad cultural y autonomía escolar. Pero, por otro el Ministerio de Educación vulnera la dignidad humana de las poblaciones marginales al hacerlos competir por becas (créditos condonables) y cupos en las universidades públicas con las mismas reglas de juego del resto de los estudiantes que se enfrentan a las Pruebas Saber 11 cada año.

Como medida para reducir las brechas de desigualdad social en el país; se creó el “Programa Ser Pilo Paga” para incentivar el ingreso a la educación superior de calidad, desarrollado en el gobierno de Juan Manuel Santos (2014 -2018) para garantizar el acceso a la educación superior a los 10.000 mejores estudiantes del país cada año, que no podían pagar sus estudios. Entre los requisitos estaban; obtener un puntaje igual o superior a 310 en las Pruebas Saber 11, tener una puntuación especial en el Sisbén y escoger una universidad con acreditación de alta calidad.

Ser Pilo Paga se basaba en la narrativa de la meritocracia que también es problemática, es una consagración efectiva de la desigualdad, ya que, puede crear una ilusión de igualdad de oportunidades y responsabilidad individual. Cuando, en realidad, las estructuras sociales y económicas están diseñadas para favorecer a ciertos grupos, y de esta manera perpetúan y naturalizan la desigualdad en nuestro país.

En total 39.382 estudiantes se beneficiaron, de los cuales más de 6.000 de estos estudiantes quedaron endeudados. Porque en palabras de Natalia Ariza, viceministra de Educación Superior en el gobierno Santos, esta modalidad se empleó por una única razón: “En nuestro país están prohibidas las becas por constitución. Pero seis años después de que se matriculó la primera generación de Ser Pilo Paga, para muchos es una deuda impagable. Solo hay unas becas creadas por ley, como la Beca Andrés Bello, al mejor bachiller del país”, apunta. En el artículo 355 de la Constitución se prohíbe a las ramas u órganos del poder público decretar auxilios o donaciones a personas de derecho privado y, anota Ariza, cualquier colombiano es una persona de derecho privado. Por esto, en el pagaré que firmaron los estudiantes de Ser Pilo Paga se estableció el mecanismo de crédito condonable.

Según una nota periodística del periódico El Espectador del 6 de octubre de 2022: “Carlos, por ejemplo, es un joven de 23 años de Aguachica, César, quien hizo parte de la primera generación del programa. En sexto semestre se dio cuenta de que ya no podía aplicar a la condonación del crédito porque ya había utilizado todos sus desembolsos y para finalizar su carrera de Psicología tenía que pedir un préstamo de $15 millones más la plata de la manutención. A este dinero, se suma la deuda que le quedó de Ser Pilo Paga, que es de más de $46 millones”.

Una deuda similar tiene Yeiver, otro estudiante de Psicología que desertó hace cinco años y ahora debe $70 millones. Al igual que a Yeiver, a Diego Castillo, estudiante de Derecho beneficiario de este programa, también le angustia la deuda que tiene de $100 millones por Ser Pilo Paga. “Estudié en la Universidad del Rosario y tuve que pagar los semestres que faltaban. Pedí un crédito, pero me tocó desertar y terminé estudiando Derecho en la Universidad de los Libertadores”, anota.

Pierre Bourdieu (2011) en su texto Capital cultural, escuela y espacio social se refiere al capital cultural como un conjunto de conocimientos, habilidades, gustos, maneras de hablar y comportamientos que son valorados por las instituciones educativas y la sociedad en general. Este autor argumenta que este capital se hereda principalmente de la familia y la clase social. Por esta razón los estudiantes que no lograron graduarse con los beneficios del programa Ser Pilo Paga están en la actualidad con estas deudas impagables.

Principalmente, porque arrastraban las brechas de una educación débil y al enfrentarse a carreras profesionales de universidades de alta exigencia académica no daban la talla. Porque estaban en desventajas significativas desde el inicio de su trayectoria escolar por provenir de familias sin alto nivel académico y sectores desfavorecidos.