El silencio de la madrugada fue interrumpido por el eco de varios disparos en el barrio Quintas del Sur, al sur de Bogotá. Eran cerca de las 3:00 a.m. del martes 22 de abril cuando un patrullero de la Policía Nacional, fuera de servicio, asesinó a su expareja sentimental y luego se suicidó con su arma de dotación.
La mujer, que trabajaba en un salón de belleza del sector, murió en el lugar. El agresor, gravemente herido tras dispararse, fue trasladado a un centro asistencial donde falleció minutos después. Todo ocurrió en cuestión de minutos, dejando una escena de dolor, desconcierto y una comunidad en shock.
Según el coronel Jhon Díaz, comandante operativo de la Policía en Ciudad Bolívar, el crimen fue el resultado de una “fuerte discusión previa”. Aunque no se han revelado más detalles, las autoridades activaron un protocolo de atención para los familiares y testigos del hecho.
El caso se suma a la preocupante lista de feminicidios ocurridos en el país y reabre el debate sobre el uso de armas por parte de uniformados fuera de servicio, así como la urgencia de identificar señales de alerta antes de que la violencia se convierta en tragedia.
Una mujer más asesinada. Un agente que rompió con todo lo que debía proteger. Una comunidad marcada por el dolor. Y una sociedad que sigue preguntándose cómo prevenir lo que tantas veces se repite.