En una carta dirigida al presidente Gustavo Petro, el excanciller Álvaro Leyva plantea graves acusaciones sobre el estado personal del mandatario, su aislamiento del gabinete y presiones internas ejercidas por Laura Sarabia y Armando Benedetti.
En una misiva de alto contenido político y personal, el excanciller Álvaro Leyva reveló preocupantes detalles sobre el comportamiento del presidente Gustavo Petro, al que señala de padecer un “problema de drogadicción” y de estar sometido a chantajes por parte de su propio equipo cercano. La carta, enviada directamente al mandatario, pone en evidencia una crisis interna en el alto gobierno que trasciende lo administrativo y toca lo ético y personal.
Leyva sostiene que la confirmación de la supuesta adicción de Petro tuvo lugar en París, durante un viaje oficial a Francia en 2023, cuando el presidente fue recibido por su homólogo Emmanuel Macron. Según el exministro, el desplazamiento se extendió sin explicación durante dos días, mientras el presidente “simplemente no aparecía”, hecho que fue ampliamente reportado por la prensa. “Fue en París donde pude confirmar que usted tenía el problema de drogadicción”, escribió Leyva. Y añadió: “Momentos embarazosos para mí (…) mucho más sabiendo dónde había estado”.
Ciudadanas, ciudadanos
Me permito darles a conocer la carta que hice llegar ayer 22 de abril del año en curso, al señor Presidente de la República, doctor Gustavo Petro Urrego. Incluyo el sello comprobante de recibo en la Presidencia, hora 1:52 p.m. pic.twitter.com/5xm7QHwuKy
— Álvaro Leyva Durán (@AlvaroLeyva) April 23, 2025
La carta también contiene un tono de arrepentimiento por parte del excanciller. “Lo cierto es que nunca se recuperó usted. Su recuperación no ha tenido lugar”, afirma, al tiempo que lamenta no haber intervenido para ayudar al presidente en ese momento. No es la primera vez que se menciona una supuesta adicción: en junio de 2023, la periodista María Jimena Duzán instó públicamente a Petro a aclarar si tenía problemas con las drogas. La respuesta del mandatario fue evasiva: “solo soy adicto al café en las mañanas”.
Otro de los puntos centrales del documento es la falta de comunicación entre el presidente y su equipo ministerial. Leyva recalca que Petro rara vez se reunía con sus ministros. “Me encontré prontamente que usted no hablaba recurrentemente con sus ministros. Casi nunca”, aseguró. Como canciller, afirma que nunca tuvo una conversación directa con el jefe de Estado sobre la política exterior del país. Esta denuncia coincide con reportes anteriores de medios como La Silla Vacía, que documentaron cómo varios ministros destituidos se enteraron de su salida por anuncios públicos sin una conversación previa con el presidente.
En un tono aún más grave, Leyva ratifica lo que ya se ha mencionado en diversas esferas políticas: que el presidente es víctima de chantajes internos. Apunta directamente al actual ministro del Interior, Armando Benedetti, y a la canciller Laura Sarabia, ambos con una trayectoria polémica en el gobierno. “Usted sigue siendo víctima de esos cuestionados funcionarios”, escribió el excanciller, refiriéndose a que ambos personajes retienen sus cargos debido a información sensible que supuestamente poseen sobre Petro.
La denuncia coincide con versiones que circulan en el entorno político y mediático sobre un supuesto video íntimo del presidente, presuntamente grabado en Cartagena durante la campaña presidencial. Aunque La Silla Vacía no ha podido confirmar la existencia del video, ha recogido testimonios de personas cercanas al gobierno que expresan temor por las posibles consecuencias si dicho material saliera a la luz. Benedetti ha negado rotundamente la existencia del video.
En la parte final de la carta, Leyva le exige a Petro que se deshaga de los tres funcionarios que, según él, han contaminado su gobierno: Sarabia, Benedetti y el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, quienes están vinculados con investigaciones por presunta violación de los topes en la financiación de la campaña presidencial de 2022.
La carta de Álvaro Leyva no solo es un testimonio crítico desde dentro del gobierno, sino un reflejo de la fragilidad institucional que parece rodear a la actual administración. Las acusaciones, de comprobarse, representarían una crisis de dimensiones éticas, políticas y hasta jurídicas sin precedentes en la historia reciente del país.
Más allá del escándalo personal, el señalamiento de un mandatario vulnerable a manipulaciones internas abre interrogantes sobre su capacidad real de gobernabilidad, el papel de sus asesores más cercanos y el silencio institucional frente a denuncias que, al parecer, circulaban en voz baja desde hace tiempo. En este contexto, la figura presidencial queda más expuesta que nunca, y el país queda a la espera de explicaciones claras, contundentes y verificables.
Y.A.