Mientras los ecos de la despedida al Papa Francisco aún resuenan en el Vaticano, la Iglesia se prepara para otro momento crucial de su historia, la elección del próximo sucesor de Pedro.
Desde cada rincón del mundo, la mirada se posa ahora sobre los 135 cardenales menores de 80 años que tendrán el derecho, y el peso, de votar.
Entre ellos no hay una mayoría clara ni una línea definida que anuncie un favorito. La pregunta sobre quién será el nuevo pontífice se mezcla con los rumores en los pasillos vaticanos y con las oraciones en la Plaza de San Pedro.
Según las normas vaticanas, el cónclave no podrá iniciar durante los Novediales, los nueve días de misas en honor al papa fallecido, que en esta ocasión concluirán el 4 de mayo. A partir de esa fecha, y hasta el 10 de mayo, los cardenales serán llamados a reunirse en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo líder espiritual de los católicos.
Afuera, entre velas y rosarios, los fieles rezan; algunos en voz alta, otros en silencioso recogimiento. Se preguntan si esta vez el elegido será africano, latinoamericano o europeo; si será una figura conservadora o alguien que decida continuar las reformas iniciadas por Francisco.
En medio de la incertidumbre, lo único seguro es que la decisión que se tomará en Roma marcará los rumbos de la Iglesia para los años venideros. Como pocas veces antes, el mundo entero estará atento al humo blanco que anunciará que un nuevo Papa ha sido elegido, en un momento en que más que nunca se necesita un liderazgo capaz de dialogar con los tiempos.