Por Madia Muskus
El 22 de abril, es una fecha donde millones de personas en todo el mundo se articulan para celebrar el Día de la Tierra, una fecha que nos estimula a reflexionar sobre nuestra relación con el planeta y a actuar por su preservación. En 2025, el lema “Nuestro Poder, Nuestro Planeta” donde el cambio comienza con nosotros, y juntos, a través de decisiones conscientes y el impulso de energías renovables; podemos regenerar y proteger nuestra casa común la Tierra
Desde tiempos ancestrales, la Tierra ha sido reconocida como una entidad viva. La Hipótesis de Gaia, formulada por James Lovelock y Lynn Margulis, describe al planeta como un sistema autorregulado, donde todos los elementos, atmósfera, océanos y suelo interactúan de forma armónica y en equilibrio para sostener la vida. Esta visión holística es afín con muchas cosmovisiones indígenas a nivel mundial, donde la “Madre Tierra” no es sólo un recurso, sino un ser sagrado que da vida, protege y renueva.
Sin embargo, el mundo moderno, impulsado por un enfoque antropocéntrico, ha distorsionado esta conexión sagrada. La búsqueda desenfrenada del crecimiento económico ha llevado a una sobreexplotación de los recursos naturales, afectando gravemente los ecosistemas y acelerando la crisis climática. Esta desconexión es evidente en la contaminación plástica que invade mares, ríos y suelos, amenazando la biodiversidad y nuestra propia salud.
Frente a esta realidad, la humanidad posee un poder transformador: el poder de elegir un nuevo camino. El lema de este año nos insta a reconocer ese poder colectivo e individual para cambiar el rumbo hacia un modelo de vida sustentable. La transición a energías renovables, como la solar y la eólica, no es solo una necesidad tecnológica, sino también un acto de responsabilidad ética. Al abandonar los combustibles fósiles, reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero y abrimos la puerta a un futuro más limpio y justo.
Este Día de la Tierra también se entrelaza con los compromisos asumidos en años anteriores, como el objetivo de reducir en un 60% la producción de plásticos para 2040. Iniciativas internacionales, como las negociaciones del Comité Intergubernamental de Negociación (INC) bajo el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, buscan establecer acuerdos vinculantes para detener la contaminación plástica, especialmente en los océanos.
Pero más allá de las políticas globales, el cambio empieza en casa: optar por productos reutilizables, apoyar proyectos de energía limpia, exigir a los gobiernos que actúen, y participar en iniciativas comunitarias. Ese es nuestro poder.
La Tierra no es solo nuestro entorno, es nuestro origen, nuestro presente y nuestro futuro. Este 22 de abril, que no sea solo una celebración, sino un compromiso renovado con la vida, con Gaia, con nosotros mismos. Porque al cuidar del planeta, cuidamos de nuestra propia existencia