Se identifica en perfecta sincronía con la vulgaridad y el irrespeto hacia una persona, cualquiera que fuera su postura frente a la vida, a la política, a su ética, enrostrar su nombre, su imagen y el resto de lo ínfimo de polvo que evidencia su paso por nuestra dimensión. Desfogarse en una oscura catarsis que se envuelve en un lenguaje ordinario y vulgar, a una persona reconocida en el mundo de las letras como lo fue Vargas Llosa.
Para desprestigiarlo y menospreciarlo hay que empezar por superarlo en su sintaxis, semántica y léxico. Ahí está el inicio para los huérfanos y deseosos de su brillantes intelectual.
El Diario La Libertad como el mayor Tribunal de la Libertad de Prensa siempre ha sido consciente y coherente en que la Libertad de expresión no es un derecho absoluto, que tiene sus limitaciones en la episteme, en lo racional y en la razonabilidad y no la arbitrariedad o la doxa, que no es inteligible a la razón pública.
Con sentimientos de respeto y admiración.