Colombia enfrenta una nueva alerta sanitaria tras el repunte de casos de fiebre amarilla registrados entre 2024 y el primer cuatrimestre de 2025. Las autoridades de salud han reportado 76 casos confirmados y 34 muertes, lo que ha encendido las alarmas en varias regiones del país.
La fiebre amarilla, una enfermedad viral transmitida por mosquitos, ha tenido mayor incidencia en departamentos como Huila, Tolima, Meta, Putumayo y Vaupés, territorios caracterizados por su biodiversidad y difícil acceso, lo que ha complicado las labores de control epidemiológico.
En respuesta a esta situación, el Ministerio de Salud y Protección Social ha desplegado una estrategia de contención basada en la vacunación masiva, priorizando los municipios con mayor riesgo de transmisión. Las dosis, gratuitas y de aplicación única, se están administrando en colegios, terminales, centros de salud y también mediante brigadas móviles que recorren comunidades rurales.
Además de la vacunación, se están implementando acciones complementarias como la entrega de toldillos, el control del vector en espacios públicos y la educación comunitaria sobre la importancia de la prevención.
El Gobierno nacional también ha advertido que, si persiste la propagación del virus, se podrían aplicar restricciones temporales de movilidad en zonas afectadas, en coordinación con las autoridades locales y las fuerzas del orden, con el fin de contener nuevos brotes y proteger la vida de los habitantes.
Las autoridades han reiterado el llamado a la ciudadanía para que colabore con las jornadas de vacunación y adopte medidas de protección en el hogar. Aunque la enfermedad tiene cura, su letalidad puede ser alta si no se atiende a tiempo.
Este nuevo brote pone a prueba la capacidad del sistema de salud colombiano para responder a emergencias epidemiológicas y evidencia la necesidad de fortalecer la cobertura en zonas rurales históricamente desatendidas.