Un día para detenerse y mirar la cruz: así puedes vivir el Viernes Santo unido a Jesús

El Viernes Santo no es un día cualquiera. Es una jornada de silencio, recogimiento y profundo amor.

La Iglesia entera se une en duelo por la Pasión y Muerte del Señor, y nos invita a acompañar a Jesús en su camino hacia el Calvario. Aquí te compartimos cuatro formas de vivir este día con el corazón abierto y en comunión con Él:

1. Celebración de la Pasión del Señor

Durante la tarde del Viernes Santo, en cada parroquia se realiza una liturgia solemne donde se proclama la Pasión según San Juan, se venera la Santa Cruz y se distribuye la Sagrada Comunión, consagrada el Jueves Santo.
Este es el único momento del día en que se ofrece la Eucaristía. No se celebran Misas ni sacramentos, excepto la Confesión y la Unción de los Enfermos en caso de necesidad. Es un momento para escuchar, contemplar y adorar.

2. Participa en el Vía Crucis

Acompaña al Señor en su camino de dolor. Muchas comunidades organizan Vía Crucis vivientes o procesiones que recorren las estaciones del sufrimiento de Jesús. Puedes unirte en familia o hacer una meditación personal desde casa.
Recorrer este camino es caminar junto al Señor y aprender del amor que entrega sin medida.

3. Sermón de las Siete Palabras

En varias parroquias se predica el tradicional «Sermón de las Siete Palabras», donde se reflexiona sobre las últimas frases que Jesús pronunció en la cruz.
Es una oportunidad para ahondar en el misterio de su sacrificio, descubrir el perdón, la entrega y la esperanza que brotan de cada palabra.

4. Ayuno y abstinencia

La Iglesia nos llama al ayuno y a la abstinencia como signos de penitencia y comunión con el sufrimiento de Cristo.
El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día, acompañada de dos más ligeras que, sumadas, no superen la cantidad de la principal. La abstinencia implica no consumir carne ni sus derivados.
Es un gesto pequeño, pero lleno de significado espiritual.

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Este Viernes Santo, haz una pausa. Escucha el silencio del sepulcro, contempla la cruz vacía y recuerda que, en el aparente final, comienza el misterio de la Resurrección.