La semana mayor, días de paz

Por: Orlando Andrade Gallardo

El pasado Domingo de Ramos se inició la Semana Mayor en el mundo católico, en muchas parroquias celebraron las eucaristía con devoción y entrega espiritual, los actos litúrgicos precedidos por sus sacerdotes, ataviados con atuendos propios para la ocasión rogaron por la paz.  En Colombia hay poblaciones donde la Semana Santa es un acontecimiento que marcan y las comunidades esperan durante el año para realizar actividades apegadas a sus creencias religiosas, como un gran suceso que moviliza a propios y extraños.  El  departamento de Nariño, Cauca y el  municipio de Mompox,  entre otros, se destacan por su fervor en la Semana Mayor  que realizan durante décadas como herencia que dejaron los conquistadores y moviliza a cientos de miles de turistas nacionales y extranjeros. En Barranquilla la curia cumple con sus actos religiosos en la mayoría de las iglesias de barrios, al igual que el departamento en los municipios y corregimientos, su feligresía asiste para venerar y pedirle a sus santos preferidos, por la paz de Colombia. Los días jueves y viernes santos, la mayoría de católicos visitan las iglesias y dedican las oraciones para pedir a su Dios que le permita continuar viviendo, los desempleados que los ayude a conseguir empleo, y los once millones de colombianos que votaron por el presidente Petro que le permitan gobernar para mejorar las condiciones socioeconómicas del país.

En los últimos tiempos las actividades de Semana Santa se han diversificado sustancialmente, el comercio se  intensificó, los fieles no solo tienen la actividad tradicional de visitar los templos, sino otros sitios como: concierto al aire libre y en auditorios,  salas de cine y museos, centros comerciales y restaurantes con buffet especiales para la temporada, deportes, playas y otros lugares de relajamiento y diversión. Las iglesias y catedrales,  aún continúan en las agendas de la gran mayoría de las personas, es la fecha de vacaciones más extensa del año que miles de feligreses visitan los templos a escuchar pasajes bíblicos que explican los sacerdotes con  sabiduría por haber interpretado y leído el libro sagrado con buen juicio y conocimiento, sin fanatismo y desvirtuando los acontecimientos.  El tema no es solo predicar y aprenderse la biblia de memoria, versículo  por versículo, sino demostrar que posee valores humanos que pueden replicarse, hay que colocarse de frente ante el espejo de la conciencia y verificar si tienes condiciones,  demostrar que no eres persona superficial, vacía y banal. La vanidad y el deseo de superación sin límite conducen al ciudadano en muchos casos a la avaricia y el fracaso, que pretenden extenderlos a incautos que siguen sus sermones, cargados de frases que no encajan en las realidades de quienes los siguen, como: Tú todo lo puedes, no requieren tanto sacrificio para alcanzar objetivos, cuando no conozcas el sendero entrégaselo a tu compañero para que te guíe, el amor cuesta y debes sacrificarte, debo aceptar lo que diga mi compañero o compañera; en fin, existen cientos de frases etéreas sin sentido de los predicadores modernos para capturar adeptos y llenarse los bolsillos con los famosos diezmos. En muchas ocasiones la espiritualidad desordenada nos conduce a la vulnerabilidad y debilita el alma para aceptar con facilidad mensajes  mentirosos  y engañosos de profesionales fracasados en otros oficios, que incursionan en el dogma religioso para poder sobrevivir. Las soluciones a los problemas y desaciertos,  debemos asumirlo con valentía y prepararnos en el conocimiento, es necesario aprender a meditar y razonar con inteligencia y desnudar el alma para entendernos por dentro.

Una comunidad ignorada por los organismos encargados de promocionar el turismo y la recreación en el departamento, es el municipio de Tubará,  población cargada de historia por su antigüedad. Su templo San José es una joya arquitectónica construida con tejas importadas de Italia y mosaicos de España, el arquitecto Eladio Hernández con la colaboración de la feligresía que colaboró con la mano de obra durante 334 días, lo finalizaron el 21 de marzo de 1897. Su primer sacerdote fue el presbítero Pedro María Rebollo. El municipio cuenta con maravillosos sitios turísticos de mar y sol en los 17 kilómetros de playa, naturaleza y vida silvestre para la práctica del senderismo y otros deportes. En el corregimiento del Morro, se encuentran los petroglifos o piedra pintada, que contienen unas series de ideogramas con signos representativos de la etnia mokaná. Desde el mirador turístico  se divisa el mar Caribe, y lo más importante sus gentes amables que preparan comidas especiales con sabores gastronómicos propios de la región. Aprovechen y visítenlo a 30 minutos de la metrópoli, por la Vía del Algodón o carretera a Juan Mina.