El joven de 24 años, conocido por su alegría y carisma, fue atacado a tiros mientras trabajaba como mototaxista en Santa Marta. Su pasado envuelto en rumores sigue dejando interrogantes sin respuesta.
Otra vida joven truncada en Santa Marta. En menos de tres horas, la ciudad registró un segundo asesinato. Esta vez, la víctima fue Wiston Bermejo, un joven de 24 años, reconocido por su carácter extrovertido y su manera única de conectar con quienes lo rodeaban.
La noche del crimen, Wiston se encontraba en el sector del Socorro, montado en la moto con la que trabajaba como mototaxista. Eran aproximadamente las 8:30 p. m. cuando dos hombres en moto se acercaron. Sin mediar palabra, el parrillero desenfundó un arma y disparó múltiples veces. Rápido. Frío. Certero.
Gravemente herido, Wiston fue trasladado por vecinos al puesto de salud de Gaira, donde los médicos confirmaron lo que nadie quería escuchar: había muerto. El centro asistencial se llenó de gritos de dolor, de rabia y de una impotencia compartida por familiares y amigos.
Las redes sociales se colmaron de mensajes en su memoria: «Te nos fuiste, papá», «vuela alto, mi brother», «nos harás mucha falta». Muchos lo recordaron como ese amigo que siempre sacaba una sonrisa, como un joven lleno de vida, nobleza y lealtad.
Sin embargo, tras su asesinato también surgieron dudas. Desde 2024, el nombre de Wiston fue mencionado en algunos entornos por supuestos comportamientos delictivos. Incluso, desde Barranquilla, alguien lo había señalado por un robo en el barrio Bostón. Nunca fue judicializado, pero algunos decidieron tomar justicia por mano propia.
Al parecer, Wiston intuía el peligro. Se alejó de las redes sociales, restringió su perfil y buscó resguardo en su comunidad. Aun así, sus verdugos lo encontraron. Lo acecharon. Lo mataron.
Hoy, su familia permanece sumida en el duelo. Aunque para muchos Wiston Bermejo cometió errores, sus seres queridos se aferran al recuerdo del joven leal, sincero y entregado que conocieron.
Su historia es un doloroso reflejo de una ciudad donde equivocarse puede costar la vida, y donde la violencia sigue marcando el destino de su juventud.
Y.A.