El domingo 13 de abril, Ecuador dio un paso firme hacia la continuidad política. Con el 97,87 % de actas válidas procesadas, Daniel Noboa fue reelegido con el 55,63 % de los votos, superando a la correísta Luisa González, quien alcanzó un 44,37 %. La diferencia, de más de 11 puntos, disipa el temor de un resultado reñido y reduce el ruido en torno al fantasma del fraude que rondó en semanas previas.
El mensaje de las urnas fue claro: los ecuatorianos apostaron por una narrativa de esperanza sobre confrontación, por una promesa de estabilidad en tiempos de incertidumbre. Noboa supo capitalizar su doble rol de presidente y candidato, aprovechando los logros tempranos de su mandato para reforzar su imagen de “gestor en acción”.
En contraste, González no logró remontar tras un desempeño tibio en los debates y una campaña que no terminó de cuajar. Su negativa inicial a reconocer los resultados quedó debilitada por el reconocimiento de figuras clave de su propio movimiento, lo que diluyó cualquier posibilidad real de impugnar la elección.
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¿Por qué ganó Noboa?
La campaña se jugó en muchos frentes, pero la calle y las redes fueron clave. El actual mandatario dominó la conversación digital con más de 1,5 millones de menciones frente a las 554 mil de su contrincante. En plataformas como Meta, invirtió casi diez veces más en pauta publicitaria, apostando por mensajes simples, repetitivos y efectivos.
Pero más allá de la inversión, su narrativa fue determinante. Supo conectar con el sentir ciudadano desde la gestión y no desde la promesa vacía. Su estrategia fue la de mostrar resultados, aun si eran modestos. Para un electorado cansado de promesas incumplidas, eso marcó la diferencia.
Una victoria clara, un futuro incierto
Si bien la reelección ofrece un respiro al clima de polarización, los retos del nuevo mandato son gigantes. El país sigue golpeado por la inseguridad, el desempleo y una economía que, aunque ha tenido señales positivas en los mercados internacionales tras la elección (como el repunte de bonos soberanos), necesita medidas concretas que se sientan en la vida cotidiana de los ecuatorianos.
Además, la gobernabilidad está en juego. Noboa no tiene mayoría en la Asamblea, y para sacar adelante sus reformas necesitará del diálogo con fuerzas como Pachakutik, el Partido Social Cristiano y los independientes. En un escenario fragmentado, la capacidad de tender puentes será tan importante como cualquier plan de gobierno.
Escenarios postelectorales: entre la legitimidad y la responsabilidad
El respaldo internacional no tardó en llegar. Mandatarios y líderes regionales saludaron la jornada electoral y el triunfo de Noboa. La OEA confirmó que los resultados coincidieron con los datos de su misión de observación, restando fuerza a los discursos de fraude.
No obstante, el país no puede perder de vista un dato clave: más del 44 % votó por la oposición. La legitimidad electoral de Noboa es incuestionable, pero gobernar será más que sostener mayorías: será convencer, negociar y sumar.
Ecuador eligió continuar. Pero si quiere avanzar, más que reafirmar lo hecho, el nuevo gobierno deberá mirar hacia adelante, cerrar heridas y construir consensos. La campaña terminó. Ahora empieza el verdadero reto.