Mientras la Fiscalía lo señala por tres delitos —interés indebido en la celebración de contratos, peculado por apropiación y prevaricato por acción—, Daniel Quintero, exalcalde de Medellín, responde con una frase que no deja lugar a dudas sobre su estrategia:
“Va a haber petrismo durante los próximos cien años”.
La imputación, presentada este martes, se da en el marco del polémico caso Aguas Vivas, un proyecto que prometía convertirse en ecoparque, pero terminó atrapado en líos judiciales y cuestionamientos por la presunta apropiación indebida de recursos públicos. Para Quintero, sin embargo, lo que hay detrás no es otra cosa que una jugada política para frenar su camino hacia la Casa de Nariño.
El exmandatario insiste en que seguirá en carrera y lanza críticas a figuras del propio espectro de izquierda, como Gustavo Bolívar y Carlos Carrillo, a quienes bautiza irónicamente como miembros del “soviet del Park Way”, en alusión a un grupo de influencia capitalina que —según él— pretende monopolizar el discurso progresista.
En esta nueva etapa, Quintero se presenta como un outsider que, pese a estar en el radar judicial, cree que su discurso aún conecta con una Colombia inconforme. Para sus detractores, es una muestra más de populismo con ropaje progresista; para sus seguidores, la prueba de que se enfrenta a un establecimiento que teme a los cambios reales.
Lo cierto es que, imputación o no, Quintero no se baja del bus presidencial. Y, de paso, agita las aguas dentro del mismo petrismo que dice representar.