El agente interventor Erney Velásquez denunció que la Essmar no fue incluida en el plan de intervención de la Ebar Norte, pese a enfrentar una inédita crisis por el colapso simultáneo de dos motobombas y el manifold principal.
En una reveladora intervención ante el Concejo Distrital de Santa Marta, el agente interventor de Essmar, Erney Velásquez, detalló con preocupación la magnitud de la crisis que enfrenta actualmente la Ebar Norte, un componente esencial del sistema de aguas residuales de la ciudad.
Lo más alarmante, según el funcionario, es que la empresa fue excluida por la Alcaldía de los trabajos de intervención, a pesar de ser la entidad directamente operadora del sistema.
Velásquez describió un escenario sin precedentes, en el que por primera vez se registró la avería simultánea de dos motobombas y del manifold, la máquina principal de impulsión que también colapsó durante la emergencia ocurrida a finales de 2024.
“Es la primera vez que se mueren dos motores al tiempo, los dos motores murieron, los niveles están ya totalmente inundados, todo el manifold en este momento ya no se ve”, advirtió el agente.
A pesar de los esfuerzos técnicos, los resultados no han sido alentadores. Luego de enviar a fabricar un repuesto para uno de los motores, este no respondió al ser instalado.
“Logramos sacar el primer motor ayer […] cuando lo fuimos a instalar el motor no arrancó. Ayer tristemente dimos la noticia de que en cuatro horas posiblemente teníamos el motor funcionando y no fue posible porque el daño fue mayor”, relató.
Mientras tanto, el segundo motor continúa bajo el agua, sin que hasta el momento se haya podido culminar la maniobra para retirarlo, lo que sugiere una afectación considerable.
La búsqueda de soluciones urgentes llevó al equipo de Essmar a ubicar una bomba en Medellín, cuyo costo asciende a 460 millones de pesos, aunque, según Velásquez, “no necesariamente es la mejor que quisiéramos, pero estamos tratando de ubicar una bomba que nos saque del problema”.
Frente al inminente desbordamiento del sistema, se contempla una medida de contingencia: re-bombear el flujo hacia el sector de Suca y permitir la inundación controlada del lote ubicado allí, con el fin de aliviar la presión sobre los barrios de Pescaíto y el Centro Histórico.
“Estamos en esa maniobra, los técnicos en este momento están en esa evaluación, pero sí estamos actuando desde ayer”, añadió Velásquez.
La gravedad de la situación contrasta con el hecho de que el contrato para el arreglo de la Ebar Norte ya fue adjudicado y se encuentra en su fase inicial, dedicada a transformar prediseños en diseños definitivos. Se trata de un proyecto con un año de ejecución previsto y que contará con la interventoría de la Universidad del Magdalena.
Sin embargo, Velásquez cuestionó el rol limitado que se le ha asignado a Essmar en este proceso. “Hemos solicitado igualmente a la administración que nos den algún tipo de participación a la Essmar”, insistió, señalando que su conocimiento técnico y experiencia operativa permitirían tomar decisiones más acertadas durante el desarrollo de las obras.
Además, propuso que si se instala un manifold provisional, este permanezca en el sistema como una reserva para el futuro, evitando inversiones millonarias dentro de dos décadas.
“Estamos diciendo, hombre, déjennos participar. Lo único cierto es que la Essmar va a seguir, déjennos participar, que la empresa que le duele a Santa Marta, déjenla participar, no la dejen morir”, reclamó.
En un tono vehemente, Velásquez llamó a romper con el ciclo de destrucción institucional que ha marcado el manejo de los servicios públicos en la ciudad: “Ese es el círculo vicioso que ha tenido Santa Marta, póngale el freno a eso, impulsen la Essmar, la Essmar es capaz de representar a los samarios”.
El mensaje final del interventor fue un llamado a la responsabilidad institucional y a aprovechar un equipo de trabajo “que está tratando de hacer una gestión y una gerencia honesta, justa y técnica”.
La situación de la Ebar Norte no solo representa una emergencia técnica, sino que expone profundas fallas de coordinación institucional.
La exclusión de Essmar del proceso de intervención, pese a ser la operadora directa, es una decisión difícil de justificar en medio de una crisis.
Más allá de lo técnico, lo que está en juego es la sostenibilidad de la empresa pública y la necesidad de fortalecerla como una entidad capaz de responder a los retos del sistema de saneamiento de la ciudad. Romper el ciclo de improvisación y decadencia institucional es clave para el futuro de Santa Marta.
Y.A.