[EDITORIAL] El turismo, polo de desarrollo para el Atlántico

Importante que el gobernador Eduardo Verano De la Rosa haya reconocido la valía de la actividad del turismo en nuestro departamento y esté trabajando para que los atractivos de esta sección del país –que no son pocos– se conviertan en un polo de desarrollo, teniendo en cuenta el corredor costero como eje estratégico y la productividad del Atlántico.

Las proyecciones de la actividad turística en el Atlántico son inmejorables, siempre y cuando el Gobierno y sector privado continúen haciendo lo necesario para que las condiciones para los turistas sean cada día mejor y los requerimientos de calidad en el servicio, el precio, le oportunidad y la oferta sean satisfechas por las empresas dedicadas a la “industria sin chimenea”.

Es que el tema del turismo en nuestro departamento obligaba a definiciones impostergables, porque como se sabe el Atlántico es paradójicamente, uno de los destinos predilectos de los viajeros, pero a la vez era uno de los más olvidados y abandonados.

Sin duda que gran parte de la culpa debe adjudicarse a los propios atlanticenses, porque nunca se le asignó al tema la importancia que merecía y cuando se hacían los nombramientos y se destinaban exiguos recursos a la promoción y al establecimiento de un sistema de información y atención al turista, las designaciones recaían en personas poco comprometidas con la tarea encomendada, convirtiéndose en funcionarios que desperdiciaban los pocos recursos que deberían tener óptima utilización.

La falta de una definición política acertada siempre se convirtió en una gran pérdida de oportunidades, patentizada en el desaprovechamiento de recursos que languidecían sin plena utilización y en subestimar el impacto económico y laboral que tiene el inmenso potencial turístico del Atlántico.

En anteriores ocasiones habíamos hecho referencia, a la importancia de buscar los medios, mecanismos y herramientas necesarias que permitieran convertir al sector turístico en una de las alternativas económicas para el Atlántico.

Los distintos estamentos sociales, económicos y políticos,  participaban en infinidad de talleres, seminarios, encuentros y hasta rueda de negocios que giraban en torno al caso del turismo en el departamento, pero siempre al final de los mismos se llegaba a igual conclusión: “Se necesita impulsar la industria sin chimenea, aprovechando las inmensas riquezas naturales que poseemos”; en medio de dichas conclusiones se incluían efervescentes propósitos y ofrecimientos de momento que nunca se habían cumplido hasta que llegó Eduardo Verano De la Rosa. 

Es que el sector turístico, al menos en lo que respecta a la parte gubernamental en el Atlántico, había estado abandonado por décadas y los mínimos proyectos que se  iniciaban fueron efímeros y rápidamente olvidados.

Nunca se habían hecho inversiones de importancia, donde no se desperdiciaran los pocos recursos que se destinaban a esta actividad, considerada como una importante fuente de empleos en otras zonas de nuestra región Caribe.

No obstante, se hace necesario que el sector oficial continúe trabajando mancomunadamente con el privado, para convertir el turismo en la mejor alternativa de desarrollo económico y social del departamento, especialmente en sus municipios costeros.

El potencial de Barranquilla y el Atlántico es inmenso, no obstante era una riqueza inerte, que no producía más allá de suspiros y admiraciones.

El convertir el turismo en una alternativa de desarrollo –como ya lo es Barranquilla– es el principal reto que debemos ponernos los atlanticenses ahora con el gobernador Eduardo Verano De la Rosa a la cabeza.