La antigua metrópoli mexica fue un prodigio de ingeniería hidráulica, cultura y comercio, superando en tamaño y organización a muchas ciudades europeas del siglo XVI.
Mucho antes de convertirse en la caótica y gigantesca Ciudad de México actual, la capital mexica, Tenochtitlan, fue reconocida como la “Venecia del nuevo mundo” por su imponente red de canales, puentes y una planificación urbana admirable. Fundada en 1325 y unificada con Tlatelolco, la ciudad alcanzó su esplendor hacia 1518, apenas tres años antes de la llegada de Hernán Cortés.
La ciudad no solo sobresalía por su tamaño, con aproximadamente 200.000 habitantes, sino también por su sofisticación. En comparación, París contaba con 150.000 personas, Londres con 60.000 y Roma apenas llegaba a 50.000. Esta diferencia muestra cuán avanzada era la sociedad mexica en ese momento.

Una reciente recreación en 3D del artista Thomas Kole, junto a imágenes aéreas capturadas por Andrés Semo García, permite visualizar cómo era Tenochtitlan en su apogeo. Su obra se basa en fuentes históricas y arqueológicas para reconstruir la grandeza de una ciudad donde el agua era el principal eje de movilidad, comercio y cultura.

Los canales permitían el tránsito de personas y mercancías a bordo de canoas maniobrables, mientras que los acueductos, como el de Chapultepec, suministraban agua dulce a toda la urbe mediante un sistema de doble tubería. Además, las chinampas, o jardines flotantes, representaban una solución innovadora para la producción agrícola intensiva.

La estructura social mexica también era compleja y jerarquizada, con una élite administrativa y religiosa, comerciantes de gran poder, y una amplia base compuesta por agricultores, guerreros y artesanos. Todo bajo el liderazgo supremo del Huey Tlatoani, como lo fue Moctezuma II.
Pero el esplendor tuvo un fin abrupto. En 1521, tras una intensa campaña militar y con ayuda de pueblos sometidos por los mexicas, las fuerzas de Cortés conquistaron la ciudad. La cultura original fue reemplazada por estructuras coloniales y, con el tiempo, Tenochtitlan quedó sepultada bajo la expansión de la nueva capital novohispana.


Hoy, solo quedan vestigios arqueológicos y reconstrucciones como las de Kole para imaginar cómo era aquella ciudad esplendorosa que una vez flotó sobre el lago de Texcoco.
Y.A.