[EDITORIAL] Estrictas contra los infractores

En LA LIBERTAD siempre hemos clamado porque los conductores de Barranquilla y su área metropolitana, llámense taxistas, choferes de buses, busetas, volquetas, camiones o de otras categorías, respeten las señales de tránsito establecidas a escala nacional para evitar la ocurrencia de frecuentes accidentes  tanto en los sectores urbanos como en las carreteras; a pesar de que las autoridades competentes se han interesado en encontrar los mecanismos jurídicos indispensables con el fin de hacer efectivas las merecidas sanciones contempladas en la normatividad que rige la materia, no dejan de ocurrir.  

En el caso concreto del transporte de pasajeros se ha tratado de evitar la ocurrencia de permanentes percances partiendo de la premisa que el exceso de velocidad en las carreteras es una de las principales causas de accidentalidad, imponiendo la obligatoriedad de la instalación de un sistema que controle la velocidad máxima en que deben circular los buses en todas las rutas del país.

Se puede decir que en este aspecto la situación ha mejorado ostensiblemente, ya que de acuerdo a las últimas estadísticas dadas a conocer recientemente por la Policía de Carreteras a nivel nacional, los accidentes de tránsito en los que aparecen como protagonistas autobuses de las distintas empresas transportadoras existentes en nuestro país, se han disminuido en un alto porcentaje, salvo los percances causados por el mal estado de las carreteras, lo que nos hace suponer que los mecanismos implementados alrededor de este tópico han resultado positivos.

En donde la situación no ha tenido mayores modificaciones es en los grandes centros urbanos como Barranquilla, porque aquí el respeto a las señales de tránsito es algo que no merece la menor importancia, a juzgar por el exagerado número de accidentes con saldo de lesionados y fallecidos que a diario ocurren, la mayoría de las veces por culpa de los conductores de las diferentes modalidades de vehículos automotores que no cumplen con las más elementales normas de tránsito.

A raíz de este problema –cada día peor– las autoridades distritales exigen que los choferes barranquilleros sean más cautelosos en el cumplimiento de las normas contenidas en el Código Nacional de Tránsito y Transporte, porque ahora tienen muchos “ojos electrónicos” vigilándolos cuando se movilicen por las calles de la ciudad y carreteras del Atlántico.

El programa denominado ‘foto multas’ ha sido implementado con el propósito de controlar el exceso de velocidad, disminuir los altos índices de accidentalidad y por consiguiente un mejoramiento de la movilidad ciudadana, protuberantemente comprometida en los últimos meses en esta capital.

Las autoridades de tránsito son conscientes de la urgente necesidad de recurrir a mecanismos de esta naturaleza en vista de la poca cultura que en este sentido se ha observado entre algunos conductores de Barranquilla –no todos– en la medida que en la ciudad se ha incrementado el número de medios de transporte que circulan diariamente, especialmente por las llamadas “vías arterias” en horas pico.

Hay que reconocer que la instalación de estos radares –contra los infractores– beneficia la aplicación de un mejor control en todo el perímetro urbano de Barranquilla, pues los reguladores que hoy en día prestan sus servicios en los lugares de mayor tráfico vehicular se trasladarían a otras zonas de la Puerta de Oro de Colombia en donde actualmente se requieren con urgencia.

Ya era hora que se acelerara la búsqueda de una solución definitiva a este problema del cual habla toda la ciudadanía, pero más que todo de la irresponsabilidad que caracteriza a miles de conductores de automóviles particulares, taxis, buses, camiones, camionetas y motocicletas que sin escrúpulo alguno violan como por deporte las normas del Estatuto antes aludido.

Indiscutiblemente las ‘foto-multas’ se han constituido en un método muy eficaz para castigar a los infractores.