Mientras algunos componentes de los diferentes estamentos políticos de Colombia piensan que las congregaciones religiosas no deben pagar impuestos, otros le están apuntando al sí de los tributos por parte de las iglesias en todo el territorio nacional.
Las cifras consolidadas dadas a conocer recientemente por quienes indagan estos temas, nos indican que en Colombia existen iglesias que cuentan con un alto patrimonio y con significativos ingresos; esta circunstancia se ha constituido en el punto de partida que fácilmente podrá aclarar la duda respecto a que si deben o no pagar impuestos las iglesias en nuestro país.
Para muchos colombianos, el hecho que las iglesias católicas y otras más de las llamadas cristianas no paguen impuestos se constituye en una muy cómoda preferencia en cuanto al aspecto tributario, el que ha venido prevaleciendo “per secula seculórum”.
Una de las permanentes inquietudes de algunos expertos en economía, específicamente en el tópico de los impuestos en Colombia, es la poca o nula carga tributaria de las iglesias.
Actualmente ellas están exentas del tema relacionado con los impuestos de renta y del predial, ya que cuentan con privilegios y desde tiempos inmemoriales los aspectos relacionados con la religión han gozado de regímenes especiales.
Estas consideraciones esgrimidas por un gran conglomerado de la población colombiana, tienen su explicación en la separación del Estado y la Iglesia el que se constituye en un aspecto relativamente nuevo en las democracias modernas.
Las mencionadas concesiones se han venido justificando con la excusa de que no se pueden gravar los dogmas religiosos e igualmente que las iglesias se distinguen por sus asuntos espirituales y porque igualmente tienen una trascendental importancia en el aspecto social y que por lo tanto merecen el “perdón” de la Dian, algunos conceptúan que los lugares, personas y actividades religiosas, son factores que simplemente promueven el bien común, así mismo argumentan que imponer tributos a las actividades sagradas podrían catalogarse como una forma de persecución religiosa.
Muy a pesar de todas esas numerosas expresiones, en sitios diferentes al púlpito se oficia una misa completamente diferente; sería pertinente que se aclare si es cierto o no que hoy en día muchas organizaciones religiosas no se limitan a promover la palabra del divino redentor.
Indiscutiblemente este se constituye en otro tema más para la discusión en Colombia.