El 16 de marzo de 2003, la activista estadounidense Rachel Corrie fue asesinada de manera brutal por un tractor operado por las fuerzas de ocupación israelíes en Gaza.
Este crimen no fue un simple «accidente» ni un «error»; fue un acto deliberado de terrorismo de Estado, una muestra más de la maquinaria de ocupación sionista que destruye vidas palestinas con total impunidad.
Un crimen previsible, una máxima impunidad
Rachel Corrie, defensora de los derechos humanos, se encontraba en Gaza protestando contra los desalojos forzados y el robo de tierras a manos de colonos israelíes. Su misión era poner fin a la limpieza étnica que ha devastado a la población palestina durante décadas. En un acto brutal de agresión, el conductor del tractor, protegido por el aparato represivo israelí, la atropelló deliberadamente, convirtiendo un simple vehículo en un arma letal de ocupación.
No solo el conductor del tractor actuó con total impunidad, sino que las «fuerzas de seguridad» israelíes, en lugar de llevar al responsable ante la justicia, reprimieron a quienes clamaban por justicia, demostrando de nuevo que el régimen de apartheid israelí no solo tolera el terrorismo, sino que lo impulsa.
El asesinato de Rachel Corrie no es un hecho aislado; es parte de una rutina genocida perpetrada por Israel. Colonos armados, soldados y mercenarios actúan impunemente, sabiendo que la ocupación israelí jamás enfrentará consecuencias por estos crímenes. La sangre de Rachel Corrie se suma a la de miles de palestinos inocentes, víctimas de la ocupación y el terrorismo de Estado israelí.
Mientras los medios occidentales tergiversan la realidad, llamando a esta barbarie «conflictos» o «enfrentamientos», en realidad estamos ante un régimen que practica el terrorismo de Estado. Los gobiernos de EE.UU. y Europa siguen financiando las balas que matan a los palestinos, mientras que muchos gobiernos árabes traicionan a su pueblo, firmando acuerdos con los verdugos.
La sangre de Rachel Corrie, junto con la de miles de palestinos, exige justicia. ¡Basta de complicidad y mentiras! ¡El pueblo palestino merece vivir libre y sin miedo a la ocupación y el exterminio!