Por Orlando Andrade Gallardo
El pasado 19 de marzo se cumplió un aniversario más de la toma de Tubará por parte de los españoles, bajo el mando de Pedro de Heredia; la batalla desigual entre cañones y pólvora, contra flecha y lanza de los indígenas, finalizó en muerte y destrucción. Los ibéricos aprovecharon la distribución geográfica dispersa de los asentamientos humanos, organizados en parcialidades o cabildos como Oca (Puerto Caimán), Yaguaro, Cornapacua, Juaruco Cucamba, Guaymaral, para vencerlos con mayor facilidad. El cacique Mocaná Cipacua, recibió en su cabildo a Heredia con la cordialidad y amabilidad propia de los aborígenes, suministrándoles alimentos y damas de compañía, y la respuesta fue bala y muerte; sus pretensiones eran el puerco espín y los patos de oro que se encontraban en el adoratorio mágico religioso y lo hurtaron. Posteriormente ese 19 de marzo de 1533, continuaron la ruta de la muerte a Tubará, donde libraron otra batalla sangrienta, que hasta mujeres y niños participaron, pero fueron vencidos, apropiándose de todos los alimentos y provisiones almacenados en las bodegas indígenas. El 19 de marzo no es fecha de festejo, sino día de luto y tristeza, que debemos guardar con respeto y admiración.
Desde siempre los historiadores, antropólogos, sociólogos y profesionales de las ciencias sociales han encontrado un gran nicho para escribir sobre la bella cultura Mocaná, y el historiador Andrés Viloria Terán, nativo de ese municipio, escribió el libro ‘Tubará’, que narra hechos importantes que merecen estudiarlos. Tubará es uno de los pueblos más antiguos de la región, pero avanza muy lento por falta de atención de las instituciones del Estado, sus peticiones no son atendidas en la mayoría de los casos e ignoran sus necesidades. Los corregimientos carecen de vías terciarias, alcantarillado, centros comunitarios artesanales, escuelas superiores, presencia de la Agencia Nacional de Tierra que adjudique parcela a los campesinos, el 95% de terrenos rurales están en poder de foráneos y son tierra de engorde.
En Tubará se acentúa aún más las desigualdades sociales, por la marcada contradicción que existe en el municipio, uno de los más ricos del país, propietario de sus 170 kilómetros de tierra, pero su comunidad sufre necesidades. Afirmamos que es uno de los municipios más ricos y contradictorio, por los precios de la tierra, un lote de 500 metros en el área turística tiene un valor promedio de 50 a 100 millones de pesos, una hectárea en el área rural y según la aproximación a las vías construidas con recursos públicos, está en el rango de 200 a 600 millones de pesos, pero el pueblo continúa en el estrato uno y dos, pocos en tres y cuatro. ¿Qué tal eso Alvarito? En los corregimientos vecinos al sector turístico de 17 kilómetros de playa, los nativos para superar sus necesidades han vendido los patios donde cultivaban frutales, hoy son cabañas para veranear. El potencial turístico del municipio y su rica historia no se ha explotado con inteligencia, el sitio prehistórico de Feru, conocido como ‘Cerro Hermoso’ y morada del dios HU, se localiza el petrolífico de Piedra Pintada con símbolos de animales y mensajes grabados en piedra que tienen significados representativos de las poblaciones indígenas, como: El oso hormiguero Baranoa, puerco espín Cipacoa y Yaguaro, pez Galopa, culebra Usiacurí, tigre Piojó, caracol marino, tortuga, hormiga y cangrejo Tubará. Todos estos petrogrifos tienen conexión con las realidades sociales y formas de pensamiento de los indios Mocaná-Arawak y en el ideograma de Piedra Pintada aparece un indio sin pluma que representa al indio nativo.
Otro hallazgo importante fue la investigación del profesor Orlando Yance que apunta al estudio de la cultura y símbolos Mocaná y sus creencias mágico-religioso sobre el dios HU (H), nombre que tenía presencia en la lengua para hablarle a su dios, por medio del dialecto tainas. El dios de la tribu considerado espíritu de la naturaleza era su creador, el mito de los clanes fue copiado de la etnia Wayúu y es parte de su historia sagrada. La intención de narrar estos episodios que representan el pasado de una importante organización indígena, es mantener viva su historia y contribuya en el aprendizaje de la cultura Mocaná y las nuevas generaciones conozcan cómo defendieron sus territorios de los invasores. Hoy por falta de liderazgo la situación es diferente. Igualmente tratamos de mostrar las marcadas desigualdades sociales con rostros de un poco más de 20 mil habitantes del municipio.