Hoy se cumple un año de la partida de Osvaldo António Díaz Insignares, un hombre que dejó una huella imborrable en la comunidad barranquillera, tanto en su labor como pediatra como en su vida personal como amigo, líder y ser humano ejemplar.
Osvaldo, conocido por su dedicación y pasión por la medicina pediátrica, no solo era un destacado profesional, sino también un hombre servicial, amable y atento con todos los que lo rodeaban. Sus amigos lo recuerdan como una persona generosa, siempre dispuesta a ayudar y brindar su apoyo incondicional, no solo en el ámbito laboral, sino también en su vida diaria.

Durante su carrera, Osvaldo no solo curó a muchos niños con su conocimiento y habilidad médica, sino que también dejó una enseñanza invaluable en quienes tuvieron el privilegio de conocerlo. Su presencia era sinónimo de tranquilidad para las familias que lo consultaban, pues su trato cercano y profesional inspiraba confianza.
Hoy, al cumplirse un año de su partida, su legado perdura en los corazones de quienes lo conocieron y en cada vida que tocó. En el Día de su recuerdo, su familia, amigos y pacientes lo siguen honrando, sabiendo que el pediatra y amigo que tanto amaron sigue siendo una inspiración para todos.

Descanse en paz, Osvaldo. Su memoria sigue viva en aquellos que lo apreciaron y admiraron.