Actos semióticos 2

Alejandro Espinosa Patrón

La representación patémica en los actantes poseedores de animales domésticos

Alejandro Espinosa-Patrón
Espinosa.alejandro@gmail.com

El hombre ha empleado, a través de la historia, diferentes estrategias para convivir y vivir en sociedad. Sin embargo, en los últimos tiempos y por diferentes circunstancias, la soledad lo ha transformado hacia un ser diferente que se manifiesta en su comportamiento diario, lo que refleja una nueva lectura del mundo. Ese desdoblamiento del sujeto se palpa mejor en el cuidado y atención de perros y gatos, animales domésticos que han servido para reflejar trastornos mentales como la petofilia, zoomanía, la ailuromanía o la cinomanía, por ejemplo, como parte de la patemia humana.

En ese sentido, este fenómeno muestra el afecto obsesivo hacia el perro o gato, pues consideran los dueños que su vida depende de ellos, no pueden dejarlos solos, hay que protegerlos, lo que ha permitido que se desarrollen nuevas formas de vender o explotar esa sensibilidad humana pues estudian los animales, pero también el comportamiento humano para conocer los signos más débiles que van a servir de puente para identificar las marcas patémicas que darán como resultado cualquier tipo de figura, objeto que demande la atención de los animales.

En esa línea, en los supermercados hay de todo tipo de productos, que van desde sombreros, perfumes, jabones, champú, ropa, pequeñas almohadas, huesos plásticos, toallas pequeñas y grandes para después del baño, juego de comederos, comidas reales, camas elevadas, muebles, collares, arneses, correas, cepillos para dientes y para peinarlos, tazones, platos, limpiador para las uñas, juguetes chirriantes, clicker de entrenamientos, bañera, limpiador de patas de perros, tapetes para patas, guantes de aseo, bandeja de silicona, alfombrilla para lamer, kit de tres piezas para control del sarro, juguetes masticables, galletas, collar de entrenamiento, tapetes para comer, botellas de agua, dispensador portátil, aspiradora de aseo, vitaminas, vacunas importadas, y cajas con arena para que hagan popo, entre muchas cosas más. A esta descripción se suma cómo los centros de atención para mascotas han tenido una amplia demanda, pues los veterinarios han entendido que este boom de la sensibilidad humana los ha situado en un mejor estatus dentro de la sociedad. Por ello, Varona (2017) afirma que

el sentir es propio de los seres vivos, que en los humanos no se da inmediatamente, ya que los sentidos se transforman en la actividad, en su relación con los objetos humanos o humanizados, donde dejan de ser estrictamente biológicos y devienen medios de afirmación humana y de autoconocimiento; el ser humano se afirma como tal no solo con el pensamiento, sino con todos los sentidos (P. 199)

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Fuente: Amazon.com

Además de lo anterior se suma el comportamiento humano para subsistir con los animales pues existen lugares, llámese la China, por ejemplo, que cuidan a los gatos y perros mientras los dueños trabajan, y desde su celular pueden verificar el cuidado que realizan los expertos, los alimentos a tiempo, el juego para mantenerlos felices por un momento, y, por supuesto, que vean televisión plácidamente para que no se estresen.

En atención a ello, Mojica (2018) plantea que los jóvenes de esta generación se destacan por la cantidad de dinero que invierten en cuidar adecuadamente de sus animales de compañía. Y, a la hora de tomar decisiones respecto a la salud de sus amigos peludos, lo hacen de otra manera.

En una investigación realizada por Mwenya Mubanga et al. (2017) sobre los animales en casa, se identificó que los perros ayudan a reducir enfermedades cardíacas porque estos sin querer les brindan a los dueños apoyo social y motivación para la actividad física. En el estudio se analizó el tiempo transcurrido hasta el evento con covariables actualizadas para calcular los cocientes de riego con intervalos de confianza del 95%; el hecho de tener un perro (13,1%) se asoció con un menor riesgo de muerte, lo que se reafirma, muy a menudo, que en los hogares donde hay ancianos y niños con animales domésticos se genera un ambiente sano.

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Fuente: El Confidencial.

Este fenómeno preocupa a los psicólogos, siquiatras y sociólogos pues la gente prefiere pasear por las tardes a sus animales queridos que a sus propios familiares. Pero lo peor, hay estudios que advierten sobre el comportamiento de los jóvenes que no quieren tener hijos, pues consideran que los perros y gatos les resuelven el vacío que sienten en su soledad. Esto se confirma en el tiempo.com, donde según Mojica (2018) el 71 % de los “millennials” aceptarían cobrar menos si se llevan sus mascotas al trabajo.

También, el cuidado de los animales significa un gasto mayor en casa, y lo peor sucede cuando mueren porque llaman a las funerarias para animales para que se encarguen del proceso de velación y sepultura pues las personas no permiten, como lo hacían antes, que los arrojaban debajo de los puentes de la ciudad, sino que los cremen en los cementerios para perros y gatos. Este comportamiento se suma con la visita que hacen “los familiares” los domingos para llevarles flores y agua como signos propios de su patemia natural.

En atención a lo anterior, se destacan casos puntuales de este fenómeno moderno, porque los jóvenes mitigan sus problemas con el cuidado y protección de los animales hasta tal punto que no pueden vivir sin ellos. Lloran la pérdida de sus mascotas pues los consideran como parte del núcleo familiar.

(…) para muchos de estos jóvenes, las mascotas son como los hijos. Según un estudio elaborado por la firma de comercio electrónico www.zulily.com, al 83 por ciento de ellos les encanta presumir de la ‘paternidad’ hacia sus compañeros peludos, y demostrarlo con productos como calendarios, tazas o felpudos inspirados en animales domésticos. (Mojica,2018. eltiempo.com)

Otro ejemplo del amor excesivo y enfermizo hacia los animales se observa en ancianos y ancianas que tienen más de treinta gatos o perros como única compañía, y no permiten, de ningún modo, que los vecinos más cercanos se inmiscuyan en su espacio personal lo que genera, a veces, focos de infección en el sector donde viven.

En suma, el panorama se nota muy oscuro y preocupante para la nueva sociedad, pues en el caso de los jóvenes, ellos no tienen dentro de sus planes futuros poseer una familia tradicional, sino convivir con perros y gatos como un gesto woke. Extraño…, ¿verdad?