El efecto Matilda: La invisibilización de las mujeres en la ciencia

Retrato de la directora de laboratorio del American Chestnut Project. A pesar de que las mujeres han ganado espacio en la ciencia, pocas llegan a lugares de poder o de toma de decisiones. // Foto: Amy Toensing.

A lo largo de la historia, las mujeres en la ciencia han enfrentado obstáculos que han minimizado o incluso ignorado sus contribuciones. El término efecto Matilda describe este fenómeno, donde los logros de las científicas han sido sistemáticamente invisibilizados, una problemática que persiste hasta el siglo XXI.

El 2 de julio de 1889, Cecilia Grierson se convirtió en la primera mujer en graduarse como médica en Argentina, una hazaña histórica que, sin embargo, fue relegada por mucho tiempo. Fundadora de diversas asociaciones médicas y sociales, su legado fue casi desconocido hasta hace pocos años. Maria Elina Estébanez, socióloga especializada en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología, señala que este tipo de situaciones, donde las mujeres son ignoradas, son ejemplos claros del efecto Matilda.

El caso de Zélia Ludwig, profesora de Física en la Universidad Federal de Juiz de Fora (Brasil), resalta cómo, incluso hoy, las mujeres en ciencia enfrentan la omisión de sus nombres en publicaciones académicas o la atribución de sus investigaciones a colegas masculinos. Ludwig, al igual que muchas científicas, ha experimentado esta invisibilización y decidió dedicarse al estudio de la equidad de género dentro de la academia.

El efecto Matilda, término acuñado por la académica feminista Margaret Rossiter, en honor a Matilda Joslyn Gage, es la contraposición al efecto Mateo, concepto propuesto por el sociólogo Robert Merton, que refiere a la mayor visibilidad y recursos que obtienen los científicos más conocidos. Rossiter advirtió cómo el trabajo de muchas mujeres era omitido o relegado, a pesar de su crucial aporte. Este fenómeno, según Estébanez, sigue vigente en el siglo XXI y se manifiesta no solo en el desconocimiento de sus logros, sino también en la escasa presencia de mujeres en cargos de toma de decisiones en el campo científico.

En el contexto actual, las mujeres continúan siendo una minoría en los niveles más altos de la ciencia, particularmente en campos como la tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), a pesar de los avances logrados en la paridad de género en la región de América Latina y el Caribe. ONU Mujeres ha señalado que, aunque las mujeres representan un porcentaje importante de los investigadores, su presencia en puestos de liderazgo sigue siendo limitada.

La socióloga Estébanez argumenta que es fundamental que las mujeres sean reconocidas en sus áreas científicas, ya que la diversidad de perspectivas enriquece el conocimiento y la producción científica. Para ello, es clave que las mujeres colaboren, compartan sus experiencias y se empoderen. Zélia Ludwig resalta la importancia de la visibilidad, sugiriendo que las científicas deben citarse mutuamente y hacer notar sus investigaciones para cambiar esta realidad.

Finalmente, el cambio también debe incluir la participación de los hombres, especialmente aquellos en posiciones de liderazgo. El efecto Matilda, junto con el techo de cristal, refuerza la exclusión de las mujeres, perpetuando estructuras jerárquicas en las que se niega la visibilidad de sus aportes.

Es imperativo actuar para erradicar esta invisibilización, no solo por justicia, sino porque más mujeres científicas significa un mayor potencial para el avance del conocimiento, lo que beneficia a toda la sociedad.