*Expertos alertan sobre la urgencia de que familias, colegios y autoridades actúen juntos para reforzar la seguridad digital y la prevención.
Redacción Sociales
LA LIBERTAD
Un solo clic; eso es lo que separa a un niño o adolescente de un reto viral que podría poner en riesgo su vida. En las redes sociales, la adrenalina y la aceptación se han convertido en moneda de cambio, impulsando a los más jóvenes a realizar desafíos que, lejos de ser inofensivos juegos, pueden tener consecuencias devastadoras.
Desde intoxicaciones químicas hasta conductas de alto riesgo, estas tendencias han cobrado víctimas en todo el mundo, encendiendo las alarmas sobre la vulnerabilidad de una generación que crece en la era digital. Pero, ¿qué está llevando a los menores a participar en estos desafíos? ¿Y qué papel deben asumir padres, educadores y autoridades frente a esta crisis?
En Colombia, las cifras son alarmantes. Según el Boletín Epidemiológico Semanal (2024), se registraron 27.913 casos de intoxicaciones químicas, de los cuales 15.045 estuvieron relacionados con intentos suicidas. La incidencia en adolescentes alcanzó 121 casos por cada 100.000 habitantes, siendo más prevalente en mujeres.
Los principales factores de riesgo incluyen problemas de salud mental, ciberacoso, violencia intrafamiliar y el consumo de sustancias psicoactivas.
Muchos de estos desafíos, promovidos en plataformas como TikTok, Instagram y YouTube, implican el consumo de sustancias peligrosas, el sometimiento a condiciones extremas o la realización de actos de riesgo con el fin de ganar notoriedad.
“Los adolescentes, impulsados por la necesidad de aceptación y la baja autoestima, suelen subestimar los riesgos o no percibirlos”, explica Laura Ojeda Zambrano, coordinadora del área de psicología clínica de la Clínica General del Norte, destacando la complejidad de una etapa como la adolescencia, donde se enfrentan numerosos cambios físicos y cerebrales que influyen en el comportamiento juvenil.
Entre los desafíos más populares que hay en internet y que han evolucionado de bromas inofensivas a pruebas con consecuencias mortales, se encuentran: ‘reto del dulce de soja’ o el ‘reto de la canela’, donde se ingieren grandes cantidades de estos productos, lo que puede provocar asfixia, daño pulmonar o intoxicaciones graves.



Otro desafío preocupante es el ‘Blackout Challenge’ (o desafío del desmayo), que induce a la privación de oxígeno con consecuencias como daño cerebral, pérdida de conciencia o incluso la muerte.
Aunque parecen retos absurdos desde una perspectiva adulta, han logrado propagarse con rapidez en las diferente plataformas digitales, atrayendo a los adolescentes por la sensación de peligro y la falta de conciencia.
Es importante tener en cuenta que estos desafíos no solo pone en peligro la vida de los jóvenes en el momento, sino que puede dejar secuelas irreversibles como:
-Daño neurológico: la falta de oxígeno y el consumo de sustancias pueden ocasionar daños permanentes en el cerebro.
-Problemas respiratorios graves: retos como el de la canela pueden generar inflamación pulmonar severa.
-Lesiones físicas: quemaduras, fracturas y daños internos son comunes en desafíos extremos.
-Complicaciones cardíacas: sustancias como los antihistamínicos en exceso pueden provocar insuficiencia cardíaca.
-Muerte: en casos extremos, la participación en estos retos ha llevado a desenlaces fatales.
Un problema adicional es el anonimato en redes sociales, que dificulta rastrear y sancionar a quienes promueven estos desafíos, y es que la falta de regulación y supervisión permite que estos contenidos sigan propiciándose sin consecuencias claras para sus creadores.
Conocer y comprender el cerebro adolescente es esencial para identificar las razones detrás de su comportamiento y las posibles consecuencias físicas y mentales. Es fundamental que los padres establezcan límites claros y se mantengan informados sobre las tendencias actuales.
¿Cómo prevenir esta crisis?
Para combatir esta problemática, es fundamental que las familias, las instituciones educativas y las autoridades trabajen de manera conjunta. Algunas estrategias clave incluyen:
- Fomentar la autoestima y la toma de decisiones responsables en niños y adolescentes.
- Supervisar el uso de redes sociales, manteniendo un diálogo abierto y sin imponer restricciones excesivas.
- Promover el pensamiento crítico para que los jóvenes puedan identificar contenidos peligrosos.
- Capacitar a docentes y cuidadores en seguridad digital y detección de conductas de riesgo.
- Reforzar la regulación y el control de las plataformas digitales, exigiendo medidas más estrictas contra la difusión de estos retos.
La batalla contra los retos virales no solo se libra en internet, sino también en cada hogar, escuela y espacio de socialización. Prevenir que más niños y adolescentes pongan en riesgo su vida depende de un esfuerzo colectivo, donde la educación y el acompañamiento sean las principales herramientas para enfrentar esta amenaza silenciosa pero letal.