Barranquilla, la ciudad cuyo alcalde ha sido reconocido como el mejor de Colombia, enfrenta una cruda realidad en uno de sus barrios más olvidados: Villa Cordialidad. Mientras las encuestas destacan la popularidad del mandatario local, los habitantes de esta urbanización sobreviven en medio de aguas residuales, falta de servicios básicos y promesas incumplidas.
Ubicado en el suroccidente de la ciudad, Villa Cordialidad fue presentado como un proyecto de vivienda digna para cientos de familias. Sin embargo, con el paso del tiempo, la falta de mantenimiento en el alcantarillado, el colapso de las vías y la ausencia de soluciones reales han convertido la zona en un foco de miseria y contaminación.
«Nos vendieron la idea de que aquí tendríamos una mejor calidad de vida, pero lo que tenemos es basura acumulada, aguas negras corriendo por las calles y un olvido total de las autoridades», denuncia un residente del sector.
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Mientras tanto, la administración distrital sigue destacando avances en infraestructura y urbanismo en otras zonas de la ciudad, dejando a Villa Cordialidad en un estado crítico. Las comunidades piden soluciones urgentes y una verdadera inversión en saneamiento y calidad de vida.
La pregunta queda en el aire: ¿es Barranquilla realmente un modelo de gestión o su brillo esconde profundas desigualdades?