Según recientes encuestas, cuatro de cada diez colombianos desaprueban la forma cómo se están enfrentando los problemas de la salud y piensan que la calidad empeoró en los últimos años; de acuerdo con este sondeo, la opinión pública le está pasando una cuenta de cobro a los anteriores gobiernos y al actual, por una crisis que se ha venido profundizando con el correr de los años. Por esto es importante que los cambios –ojalá positivos– que se produzcan en lo atinente a la reforma que actualmente se debate en el Congreso de la República, deberán ser estructurales, con discusiones que tengan como base el objetivo prioritario, consistente en la creación de un modelo que resuelva uno de los problemas más graves del país, como es la prestación del servicio de salud para los más pobres.
Para nuestro concepto las reformas y los cambios del actual sistema de salud para la gente de escasos recursos, no sólo deberá introducirse en artículos, parágrafos e incisos, sino también en los requerimientos para la formación de algunos –no todos– profesionales de la medicina, para que el servicio que ofrezcan sea más humanizado. Que existan grandes recursos para la salud y muchas más oportunidades para los más pobres, es algo que para nosotros en LA LIBERTAD es de mucha importancia, en este caso los congresistas de las diferentes ideologías, que conforman el Congreso de la República, no sólo deben velar porque así ocurra, también es necesario que trabajen por lograrlo, pero deponiendo intereses personales y políticos.
Al parecer, todas las partes tienen razones para justificar las falencias que puedan existir en el actual sistema de salud, pero muy pocos aceptan que en el pasado no se hizo lo suficiente para que el modelo en estudio se traduzca en una mayor cantidad de la población satisfecha con los servicios que reciba. Es ahí precisamente donde está el meollo del asunto, porque mientras el Gobierno, las E.P.S. y los usuarios no se pongan de acuerdo, serán los jueces a través de la tutela, quienes continuarán decidiendo si una vida está en peligro o no, y será muy difícil cumplir la meta de beneficiar a muchos más colombianos.
Son muchos los ciudadanos que han fallecido en las puertas de los hospitales o I.P.S. y que si llegan a los consultorios no tienen la más mínima esperanza de encontrarle remedio a sus padecimientos físicos, que después se convierten en trastornos psicológicos por el agreste e inhumano tratamiento que allí reciben. Siempre hemos dicho que Colombia es un país de paradojas y una de estas es precisamente su sistema de salud, que ha venido soportando cuestionamientos por la insatisfacción que generan entre muchos usuarios, algunas Empresas Promotoras de Salud- EPS.
Lo que ocurre es que la prestación de la atención en la salud no se puede pensar solo con el bolsillo y la ciencia que es universal e infinita; deberá servir a toda la humanidad, sin importar la raza, condición social, edad, sexo o creencias religiosas, es decir también existe la necesidad urgente de humanizar la medicina para los más pobres. Lo que se requiere es que se le brinde la oportunidad a millones de personas pertenecientes a los estratos bajos, es decir de escasos recursos económicos, para que así estos puedan llegar a un consultorio médico y ser atendidos por un facultativo, de manera oportuna. Quedamos a la expectativa.