Tribuna pedagógica: Formación y procesos curriculares

Reynaldo Mora Mora.

Por: Reynaldo Mora Mora

Hablar o escribir sobre Procesos Curriculares Contextualizados y Pertinentes, PCCP, supone necesariamente enmarcarlos en una decisión social y cultural, en una perspectiva humana, pues asumimos como humanistas que ello implica compromisos radicales e irrenunciables, por ejemplo, con la Dignidad Humana, DH, como compromiso ético. En este marco se pueden identificar distintas lecturas sobre el currículo, que pueden venir desde teorías sociológicas, filosóficas, psicológicas, tendencias que a partir de sus categorías analíticas y sus conceptos acuñados dentro de ellas mismas definen diversos esquemas conceptuales para comprender y abordar este campo. El presente texto es el resultado, por una parte, de una reflexión crítica del sistema educativo, y la dislocación del currículo oficial con la realidad social, y por el otro, el análisis de la importancia de generar Procesos Curriculares Contextualizados y Pertinentes. Por ello, en palabras de Goodson (1953) el currículo es portador y distribuidor de prioridades sociales, que como posibilidades convoca a los saberes para aprehender las Problemáticas Sociales, PS, planteando preguntas y soluciones frente las demandas sociales.

En este mismo camino está presente la razón instrumental de estos procesos, pero, como operacionalización que establece “per se” un compromiso tendiente a relativizar el rigor conceptual y teórico para privilegiar la eficacia y la eficiencia. Entonces, el currículo en los procesos formativos es una de las cosas más creativas para salirse del horizonte instrumental y favorecer, por ejemplo, la imaginación de las capacidades de los estudiantes. Es una constante revolución de problemas, que pretende oponerse a ese instrumentalismo y a plantear soluciones, por ejemplo, a situaciones aparentemente inocentes como las decoraciones de los salones y salas de los colegios, que están impregnadas de un mundo consumista orientado al mundo escolar, y que encuentran eco en el discurso de las competencias de la empresa presente en la Escuela. Entonces la noción de currículo como categoría y herramienta sirve para pensar los límites y las posibilidades de cambios que se les plantean a las instituciones educativas. Estamos convencidos de que los cambios curriculares deben partir de las características diferenciadas de los contextos, para que el Estado los favorezca, y así tener acceso a oportunidades que brinda el contexto, logrando a la vez su transformación. Por el contrario, el currículo oficial es símbolo de homogenización de las prácticas evaluativas, por ejemplo; a diferencia del Currículo Contextualizado y Pertinente, CCP, que favorece la singularidad como desarrollo y fortalecimiento de las múltiples capacidades, vocaciones y talentos como posibilidades de los educandos.

Por eso el CCP es un proyecto alternativo frente a esa desigualdad. Es su aspiración profesada. Es un llamado a los educadores críticos para promover un pensamiento y acción fresco, atrevido, innovador, siempre comprometido y digno de cara a la formación de buenos ciudadanos. El currículo oficial positivista es instrumental y estandarizante que pregona la ideología de la empresa, carente de preocupaciones formativas acerca de las PS. Esta visión es más aparente que real, que produce un efecto debilitante en el quehacer de la Escuela, porque alienta a los sujetos educativos a realizar sus prácticas en aséptico aislamiento en relación con las tensiones sociales. Se trata, de un currículo blando y mosaico de saberes que impone un ablandamiento en la praxis de los sujetos. En este proceso el contexto se convierte en la problemática central formativa de los curriculistas, en cuanto a comprender la integralidad de la Formación Integral, FI. En palabras de Giroux (1979) es el idioma nuevo de los saberes escolares, porque capacita a docentes y estudiantes a plantear preguntas y respuestas.

Tenemos, que el contexto ha recibido muy poca atención de la Escuela. Ahora con el CCP hemos procedido a lanzar una mirada crítica y problematizadora para dilucidar la misionalidad básica de esta nueva discusión nodal. ¿Cómo puede esta perspectiva curricular ayudarnos a pensar en una salida hacia adelante en la materia? Ayudando a los educadores a pensar cuáles son los desafíos concretos que nos plantean las PS, y que no es otra cosa de cómo podríamos construir, por ejemplo, pruebas evaluativas contextualizadas y pertinentes, orientadas a tratar de resolver problemas con espíritu constructivista, empeñados en atraer a la Escuela el contexto. Es la búsqueda realista para las soluciones sociales, entre ellas, la formación de buenos ciudadanos. Este Horizonte Curricular tiene una función salutífera e indispensable para la vitalidad de la sociedad y del propio individuo.

Esta advertencia es una reivindicación para estar en sintonía con este tipo de currículo como educadores críticos, además, poder contribuir a que la Escuela desempeñe el papel más importante: la transformación de la sociedad. Un conjunto de ideas principales está presente en la construcción de este horizonte: 1. Toda práctica curricular está enmarcada en una forma de concebir el mundo. 2. El contexto es el centro del currículo, es reflexión y análisis. 3. El Currículo Contextualizado y Pertinente implica los valores misionales de las instituciones y los de la sociedad. 4. El CCP es crítico, reflexivo y activo. 5. El CCP dialoga con los temas transversales de las áreas enseñables. Por ello, en nombre de formar buenos ciudadanos contextualizados, este currículo busca que los saberes asuman el compromiso ético con las PS, actuando como aguijón y fermento para promover una FI crítica y transformativa. Pues bien, este texto pretende romper con la instrumentalización focalizada del currículo oficial de las competencias cognitivas, que están presentes como paradigma positivista en las Pruebas de Estado, donde no hallamos respuestas a las tensiones de la sociedad, sin la coexistencia entre Escuela y las Problemáticas Sociales.

Con este Horizonte de Formación, se trata, por ejemplo, defender la posición de una Evaluación Contextualizada y Pertinente, ECP. Porque, como bien lo anota Montoya J. (2016) en su tesis doctoral, “El campo de los estudios curriculares en Colombia”, se busca recobrar el currículo para los profesores y estudiantes como el modo más efectivo de avanzar al ideal educativo de formar buenos ciudadanos. Tanto el CCP como la ECP exploran el marco social y cultural como función de la Escuela para reconocer las problemáticas surgidas fuera de la institución. En tal sentido, el CCP es un antídoto contra el instrumentalismo y la estandarización del currículo oficial, que se ahuyenta de los tiempos actuales, que se rehúsa a dar respuestas a las PS. Su posición es tecnocrática, y tal posición cree que son racionalizables los medios y los procedimientos, pero nunca los fines, dejando por completo de lado, despreciando tanto lo explícito como implícitamente la reflexión filosófica, dando prioridad a una serie de “marcas” (las Pruebas de Estado) formales carentes de sentidos para los contextos, basadas en la apología del método y la estadística, que no son más que un desfasaje entre Escuela y Contexto con sus rupturas y tensiones.

Este es nuestro estilo de razonamiento de cara a pensar procesos curriculares para una Formación Integral contextualizada y pertinente. Aquí, hacemos nuestra la concepción curricular de J. W. Klafki (1979), “Habría que concebir los currícula como orientaciones abiertas, sometidas y expuestas a la crítica y corrección en la teoría y en la práctica, específicas de la situación, concretizantes y cambiantes, enfocadas a la planificación de una enseñanza emancipadora”. Por ello, en el currículo no hay nada aséptico al margen de las PS de un contexto, en tanto están implicados el hombre y la sociedad. Siempre hay que contar con la fuerza del entorno como la capacidad del argumento para resistir los asaltos del instrumentalismo. Es lo que debemos afirmar y conectar para que se dé, por ejemplo, una formación de buenos ciudadanos críticos, autónomos, comprometidos con sus contextos. Eso produce un distanciamiento con el currículo oficial, que ignora o silencia el contexto. Aquí, proponemos la historia real de cómo se forma a través del Currículo Contextualizado y Pertinente, porque es el punto de vista holístico de la perspectiva de asumir lo sociocultural como la significación más importante para pensar la FI, expresada en una ambición sintética de los sentires de una Comunidad Educativa, CE.

Por ello, en los procesos curriculares se da un inter juego de comprensión y valoración que hacen docentes y estudiantes. Entonces, los educadores críticos debemos estar alertas frente al discurso oculto de las competencias en el sistema educativo, para trabajar responsablemente ante los nuevos retos de la sociedad. Todo lo anterior abona nuestra crítica al instrumentalismo estandarizante del currículo oficial: debemos rechazarlo con razones contextualizadas y pertinentes, descubrir sus falencias es una tarea de todos para crear currículos emancipadores, autónomos, transformadores. Por consiguiente, se deben buscar alternativas y acuerdos que favorezca esta posibilidad formativa.