¿Para cuándo el Superpuerto?

Una importante lección nos ha dado a los barranquilleros el paso de los años, sobre todo tratándose de antañones proyectos de tanta importancia como el Superpuerto, para de esa manera acercar más el desarrollo portuario a la Puerta de Oro de Colombia.

Tal como lo hemos esbozado en varias ocasiones en este espacio editorial, la ciudad tiene que buscarle concreción a aquella vieja iniciativa de tanta envergadura como es la de construir  un Superpuerto con miras a obtener más competitividad tanto nacional como internacionalmente; desde donde Barranquilla bien podría recuperar el primer lugar en cuanto al transporte marítimo y fluvial de Colombia, complementado esto con el desarrollo del antañón proyecto del Corredor Industrial, desde nuestra ciudad hasta Calamar en el departamento de Bolívar, dándole prioridad al potencial que la región puede ofrecer al comercio y la industria localizada en esta zona a través del transporte por el Río Grande de la Magdalena.

El futuro debió concretarse desde mucho tiempo atrás con proyectos grandes y realizables, como el del Superpuerto, en los que participen los sectores público y privado con el propósito de consolidar la economía de la región, abriendo mejores perspectivas de empleo y bienestar colectivo para la población.

Corresponde entonces a la dirigencia barranquillera impulsar esta iniciativa que permitirá mejorar las actividades marítimas y fluviales en el futuro.

Lo esencial es que existe consenso en cuanto a la búsqueda de nuevas alternativas de progreso y crecimiento para Barranquilla y la explotación del río Magdalena a través del puerto local, que bien puede brindarle esa seguridad, si participan todos los sectores.

A propósito, el Gobierno Nacional hizo recientemente un nuevo llamado de atención a la Sociedad Portuaria Bocas de Ceniza, solicitándole que no se permita más dilaciones en lo que respecta a la iniciación de las obras de construcción de este macro proyecto –que data de muchos años–  haciendo énfasis en el hecho que la existencia de un cable submarino en el área donde se deben realizar las obras, no puede tenerse como justificación para el aplazamiento en la concreción de un proyecto de tanta envergadura para la región y el país como lo es el Superpuerto.

En LA LIBERTAD consideramos conveniente a todas luces que el concesionario, en este caso la Sociedad Portuaria Bocas de Ceniza, le aclare a la opinión pública cuáles han sido entonces las verdaderas causas que han incidido en el hecho de no haberse iniciado los trabajos para concretar este megaproyecto.

Nuestro concepto es que en el caso del puerto de Barranquilla, el dragado se ha constituido en una práctica tan costosa como inútil, porque equivale a aplicar “pañitos tibios” a una situación que no se corregirá con medidas transitorias como las que se han venido aplicando en los últimos 60 años en Barranquilla, sino con soluciones de fondo que son las que nunca llegan.

Desde el siglo pasado hasta nuestros días, se ha venido intentando una solución teniendo como base el sistema de dragado, han sido contratadas dragas de distintas nacionalidades, que nos hacen llegar a la conclusión que ni las chinas, ni las rusas, ni las holandesas, ni las belgas, ni las griegas, ni la draga Colombia, ni la draga Bocas de Ceniza, han sido eficientes, lo que nos conduce a la fácil conclusión que la solución es la consolidación del antañón proyecto del Superpuerto.